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La locomotora del oeste

Opinión

“Son ustedes los que tienen que inventar lo que viene”

La militancia kirchnerista de la Comuna 12 porteña agasajó al cura tercermunidista Domingo Bresci, por sus 50 años de vida sacerdotal. “Me siento todos los días sumamente gratificado por vivir este momento que estamos viviendo”, aseguró Domingo.

   El miércoles 5 de diciembre, agrupaciones kirchneristas de la Comuna 12 agasajaron al sacerdote tercermundista Domingo Bresci, quien acaba de cumplir 50 años de su ordenación. El encuentro se realizó en un ámbito estrechamente relacionado con la historia y las conquistas del movimiento nacional y popular: la Parroquia San Juan Bautista El Precursor, del barrio Presidente Saavedra, construido por la Fundación Eva Perón. Cabe destacar que en esa iglesia cumplió funciones pastorales el padre Hernán Benítez, confesor de la “Abanderada de los Humildes”.  

   En un gesto de agradecimiento a la militancia, Domingo destacó que “esta es la casa de ustedes, para lo que quieran y necesiten. Es uno de los más grandes regalos. Es un reconocimiento muy generoso a todo un grupo de curas, que no fueron pocos y asumieron este mismo compromiso de acompañar al pueblo en sus luchas por la liberación, por la justicia, por la igualdad y por el protagonismo de los pobres”.

   El religioso expresó su alegría por “saber que aparece gente nueva, gente joven, con los mismos ideales y entuasiamo con los que uno vivió. Quizás ustedes, los más jóvenes, vivan cuando sean más grandes esa expectativa de decir ‘qué va a pasar con todo lo que hice’. Hoy yo me siento todos los días sumamente gratificado por vivir este momento que estamos viviendo, porque en verdad pensábamos que nunca más se iba a dar. La generación a la que pertenezco es la del ’60; soy sesentista, porque en verdad mi vocación por la militancia social y política desde la vida religiosa comenzó en los ’60”, aclaró.

   Los pasajes más importantes desu mensaje fueron los siguientes:

   “Con la dictadura pareció que todo lo que habíamos estado viviendo se terminaba. Ustedes, por suerte, no tienen esa sensación. Néstor y Cristina un poco lo transmiten, pero ellos son más jóvenes que yo. Vivieron un enganche con la generación del ’60. Pueden ser los Kunkel, Cacho El Kadri –amigazo- o los Taiana. Tipos que en los ’60 fuimos descubriendo, preparando y respondiendo al mundo que nos tocaba vivir. Es una satisfacción enorme saber que hay una continuidad, que no se terminó todo con nosotros”.

   “En la invitación que le llegó por distintos medios a la gente, yo puse ‘cincuenta años de sacerdote gracias a ustedes’. Ahora tendría que decir ‘a ustedes también’, porque cada grupo, en cada momento, me fue formando y estimulando para ir descubriendo qué era ser sacerdote. Una cosa es cómo uno lo estudia en los libros, por lo que dice la Teología, y otra es cómo vos lo asumís personalmente, con otros y en un tiempo determinado. Nosotros tratamos de comprender los tiempos que vivíamos y por eso es el ‘gracias a ustedes’.

   “Muchas veces me preguntan: ‘Pensar como usted piensa… ¿cómo no se fue de la Iglesia?’. Pregunta lógica. O… ‘¿cómo aguantó 50 años?’, porque es difícil aguantar nada 50 años y de casado ni te digo (risas). Olvídate. Yo valoro esa constancia, esa continuidad. Yo estuve abierto y atento. Esas fueron dos cosas que me ayudaron mucho. No me achanché, no me aburguesé, no me cansé, no bajé la guardia y me mantuve lo más coherente posible en cada circunstancia que me tocó vivir. Una militancia multiforme, diversa, de todos los ámbitos. De eso me siento agradecido. En un grupo que se llama La mesa de los sueños, somos cinco los que participamos: uno fue del PC, otro es socialista, otro era de otro socialismo y hace 20 años que nos reunimos. Ahora, por razones de sanatorio nos reunimos menos, porque siempre tenemos que hacernos algún estudio. Nos queremos muchísimo y estuvieron todos en la misa. Le pusimos La mesa de los sueños porque eran sueños que cada uno tenía desde donde venía y los pusimos en común. Nos llevamos fantástico; es un grupo de reflexión política donde se puede profundizar en todas estas cuestiones de ideología. Al marxismo lo agarramos de arriba para abajo y ahora somos todos peronistas. Eramos kirchneristas y ahora somos cristinistas” (risas y aplausos).

Historia de lucha

   Refiriéndose a la lucha del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, Domingo explicó:  “Lo nuestro fue una movida permanente de acciones, de compartir todos los frentes de lucha. Donde había un reclamo, ahí estábamos. Una de las cosas que rescato es que desde el campo popular hemos hecho un aprendizaje sobre los grandes temas que nos movilizan. En los ’60 y ’70 el gran tema era la revolución, la revolución ya, ahora, como sea. Hoy tenemos que repensarlo. Queremos ser revolucionarios, transformar la realidad apuntando a una mayor justicia y protagonismo de los pueblos. Evidentemente, la caracterización de lo que era la revolución la tenemos que reformular, rehacer. A veces uno escucha que si no se puede hacer esa revolución, se acabó la revolución. Lo que sirve es compartir este aprendizaje, aquello que uno puede decir que aprendió, que escuchó. Si nos ponemos a repasar, todos los temas profundos sociales, políticos y culturales los hemos tratado, los hemos abordado”.

   “Nosotros podemos ser un punto de partida, pero son ustedes los que tienen que inventar lo que viene, teniendo en cuenta lo que se vivió, lo que pasó. Cuando éramos jóvenes creíamos que no éramos nada y, sin embargo, algo pusimos y ustedes van a poner algo. Entonces, surge esta idea de una mirada larga de la historia, como una cuestión de base”.

   “No sé cómo me invitaron a un grupo de reflexión, que se reúne -aunque no pertenece exactamente- en la Universidad Católica. Dos preguntas: por qué nosotros apoyábamos la lucha armada y, al final, casi me muero porque eran católicos los que lo decían, por qué hablamos tanto de los pobres. Puedo sacar el Antiguo y el Nuevo Testamento para fundamentarles por qué no se puede hablar de otra cosa como bloque suscripto desde los pobres. Y una tipa me dijo lo que escuchamos, viste… ‘pero… ¿y los de la clase media?’. Es terrible, pero estas preguntas que hacen a esta reinterperetación o reelaboración de la historia, son fantásticas, porque es riquísimo esto. Nada está terminado, nada está acabado y está todo por hacerse. Ese es otro aprendizaje que yo hice: que las cosas se van haciendo al andar. Desde mi experiencia, ¿cómo lo logré?: siempre estando junto con otros. No hay otro camino de descubrir y de hacer si no es con otros, pensándolo y haciéndolo con otros. Hay que pensar mucho este tema del sujeto colectivo. Un ejemplo muy particular es este de los curas. Fue un hecho inédito en la historia social argentina”.

“Donde estaba la gente”

   “Ahora hay montones de estudiantes de sociología que estudian el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, no sólo como fenómeno religioso sino como fenómeno social. Cómo se produjo en la Argentina, porque aquí fue particular que cuatrocientos sacerdotes de cuatro mil conformaran un bloque de pensamiento, de acción, y se plantaran frente a la jerarquía eclesiástica y civil y discutieran todo ampliamente en encuentros regionales y nacionales. Salíamos todos los días en todos los diarios porque donde había un lío, ahí estaban los curas. Pero detrás de esa palabra lío hay mucho: desde el conflicto en El Chocón hasta los ingenios en Tucumán, los hacheros de Santa Fe, los universitarios de Buenos Aires y los colegios del noreste. Ese fue un descubrimiento y una práctica: estar donde estaba la gente peleando por sus derechos. Es bueno citar la frase ‘donde hay una necesidad hay un derecho’. Desde la perspectiva cristiana es elemental; hay todo un temario en la Doctrina Social de la Iglesia, que no es usado o es tapado. Pero esto es básico, entonces nosotros actuamos en ese momento en que estaban clausurados otros canales. ¿Por qué surge el movimiento? Un poco por el impulso de los curas, que junto con otra gente de esa generación descubrimos un mundo nuevo y un deseo de cambiar ese mundo viejo en el que vivíamos, con todas las características que le dábamos. Nos preguntábamos por qué existen pobres, por qué hay diferencias y unos países están sobre otros. Preguntas básicas que uno se hace y encontramos que muchos otros grupos se planteaban lo mismo. Allá fuimos y ahí nos juntamos. En un pueblito era con los maestros y en Córdoba con los trabajadores de las fábricas automotrices”.

   “Fue muy interesante, porque nos acercamos a los movimientos sociales y los movimientos nos aceptaron y nos tomaron como parte de ellos. No había ningún paternalismo. Siempre queríamos acompañar. A veces elegían a los curas para que encabezaran cosas. Los curas no querían ser delegados de fábricas, pero a veces los compañeros decían ‘tenés que ser vos’ y terminabas aceptando. Todo lo revisábamos, lo planteábamos y no se hacía nada porque sí. En ese momento -en la dictadura de Ongañía-, donde estaban cerrados el Congreso, los sindicatos y las universidades, los voceros naturales de la sociedad estaban apagados. Aprovechando esa coyuntura, esta vocación y este impulso, aparece este grupo de curas. Eran los únicos que hablaban, los únicos que se animaban y los únicos a los que hasta ese momento no les hacían nada. Soy un vicioso de los recortes y, si recorren cualquier diario de la época, van a ver que aparecemos todos los días en alguna cosa. Un grupo de curas, en algún lugar del país, estaba haciendo algún despelote. Eso nos identificó, nos enriqueció y nos hizo descubrir para qué éramos curas. Nosotros nos metimos para ser curas como era ser curas en aquella época. No era tan troglodita como en los ’40, pero recién desde el ’62 al ’65 con el Concilio Vaticano II todas estas cosas se discuten. Los 400 sacerdotes más otros simpatizantes empezaron a revisar lo que habían estudiado y las prácticas sacerdotales que habían tenido, todas buenas y legítimas, que la gente pedía, pero todas mirando hacia adentro de la Iglesia. El crecimiento interno era un objetivo, que la Iglesia tuviera más gente y más peso. Nuestro surgimiento rompe totalmente con eso; fue un despertar fantástico. Todos los curas fueron reinventando su sacerdocio”.

Costo justo

   “Para mi todo es pastoral, todo es social y todo es político. Está todo junto. Otro tema para repensar es el de las dicotomías, propias de fechas anterioriores al ’60. La fe va por un lado y la política por otro o los movimientos sociales por un lado y los partidos políticos por otro. No sabían qué hacer con nosotros; ¿qué éramos?: políticos, dirigentes sociales, curas revolucionarios, revolucionarios de qué… Este es otro aprendizaje, que nos hizo muy bien para descubrir que la vocación sacerdotal era muy amplia y no importaba si, por alguna razón, un sacerdote dejaba el ministerio y otro se quedaba. Si era mejor el que se iba que el que se quedaba o al revés. No, son distintas formas de continuar con la misma vocación. La mayoría de los curas que dejaron el ministerio sacerdotal continuó militando en los campos donde estaban o en los que fueron apareciendo. Ninguno, excepto muy poquitos, se dedicaron a hacer plata. Fueron a  vivir a barrios humildes y siguieron trabajando, sin el peso que ellos sentían de la estructura eclesiástica, que es repesada. Yo logré esquivar de algún modo y evitar que esa estructura me demoliera. Los que fuimos curas del movimiento pagamos un costo justo. Fuimos separados de toda posibilidad de ascenso eclesiástico, pero como nadie lo quería… ‘No vas a ser obispo’ y ¿quién dijo que yo quiero ser obispo? (risas), que a mi eso me satisfaga más que estar con ustedes hoy. Todos los curas nos sentimos super agradecidos a los que acompañamos y nos acompañaron. Por eso ese gracias a ustedes”.

Relación con el peronismo

   Como broche de oro de su mensaje, el padre Domingo Bresci reflexionó sobre la relación que el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo tuvo con el peronismo: “Formamos parte de las cuestiones que se planteaban en esa época. Muchos de los curas del movimiento originalmente fueron antiperonistas. Es muy complejo interpretar el conflicto de la Iglesia con el peronismo. Digamos que muchas generaciones de católicos que se incorporaron a los procesos de cambio, después de lucha, venían del nacionalismo católico. Los compañeros montoneros eran todos nacionalistas católicos, de familias antiperonistas. La mayoría de los curas que pertenecíamos al movimiento éramos de clase media popular y, a los que estaban más vinculados a la Iglesia institución, les costaba mucho –como le hubiese costado a cualquiera- ser católico y peronista. Fue un conflicto de conciencia que se creó en los sectores populares. (Ayer) Como hoy, los sectores populares en su gran mayoría son religiosos. En aquel momento, no era el 70 y pico por ciento como ahora, sino el 95 por ciento. No sólo profesaba que era católico, sino que lo practicaba. Entonces, les costó mucho experimentar el confluicto con Perón y le creó ese problema de conciencia. Si soy peronista tengo que estar contra la Iglesia y si estoy con la Iglesia tengo que estar contra el peronismo. Pero esta clase media católica nacionalista sufrió ese cambio, esa transformación que se dio en los sectores medios de la Argentina en los ’60. En muy distintos ámbitos hubo una recuperación de lo nacional, por ejemplo, en las universidades con la aparición de las cátedras nacionales. Y, ahondando en eso, diciendo por dónde pasa lo nacional, como después vamos a decir por dónde pasan la revolución y el socialismo en la Argentina en términos concretos, todo va confluyendo para que se responda: ‘en Argentina todo eso pasa por el peronismo’, como el movimiento histórico de liberación en Argentina. En su momento se hablaba de los procesos de liberación, de descolonización y nosotros entramos en esa onda”. 

Solidaridad con 6 7 8

   Repudiamos las agresiones sufridas por los compañeros de la producción del programa 6 7 8, que se emite por Canal 7, y expresamos nuestra solidaridad con todos los integrantes del equipo.

   La primera de ellas tuvo lugar durante el "abrazo a Tribunales" del 23 mayo, convocado por el Pro, el "peronismo federal", un sector del radicalismo, Unión por Todos (Patricia Bullrich) y otras fuerzas opositoras al gobierno nacional. 

   La segunda, en tanto, se produjo durante el cacerolazo del viernes 1º de junio en Santa Fe y Coronel Díaz de esta capital, donde los trabajadores de prensa sufrieron agresiones verbales y físicas. 

   Lejos de la tolerancia y el diálogo que algunos manifestantes reclamaban de parte del gobierno nacional, estos hechos remiten a un oscuro pasado, al que la mayoría de las fuerzas democráticas y la sociedad argentina no desean regresar.

YPF hace punta en la profundización del modelo

   Tiempo atrás, desde este mismo espacio reflexionábamos sobre el significado de la expresión "profundizar el modelo" (ver nota completa en Opinión). En uno de sus párrafos, el artículo expresaba: 

   "Falta recuperar YPF para los argentinos, para que la petrolera fundada por Hipólito Yrigoyen y Enrique Mosconi vuelva a ser un vector de desarrollo económico y arraigo poblacional en el interior profundo".

   En este sentido, el reciente anuncio de reestatización del 51% del paquete accionario de la petrolera, precedido por las oportunas quitas de áreas concesionadas tomadas por los gobernadores, es una clara señal de profundización del modelo iniciado en mayo de 2003 por Néstor Kirchner y continuado por Cristina Fernández desde diciembre de 2007.

   Un modelo que pone énfasis en la recuperación del aparato productivo nacional, la justa distribución de la riqueza, la revalorización de las actividades científico-tecnológicas, la concreción de grandes obras de infraestructura demoradas por décadas (Yacyreta, Atucha, autopista Rosario-Córdoba, interconexión eléctrica de la Patagonia), la construcción de más de 1.000 escuelas y la apertura de nuevas universidades nacionales. 

   El amplio consenso que la medida tiene en el conjunto de la población, tal como lo demuestran las encuestas, sumado al amplio repaldo que tendrá en las dos cámaras legislativas, abre una nueva etapa, donde deberán conjugarse el criterio empresario, la función social del Estado, la participación de todas las provincias y la vinculación con el sistema científico-tecnológico en pos del desarrollo nacional y el resurgimiento de las comunidades del interior, que vieron su ocaso cuando la petrolera fue privatizada.

   Autor: José Yapor

 

“Malvinas es Sudamérica”

Marcelo Vernet, especialista en el tema Malvinas, destacó la política que el gobierno nacional impulsa para recuperar la soberanía en el Atlántico Sur por la vía diplomática y celebró el acompañamiento expresado por los países de la región, con medidas concretas.

 

   Organizada por Confluencia de Militantes Peronistas, el martes 27 de marzo se realizó una charla sobre Malvinas, donde Marcelo Vernet, investigador especializado en el tema, analizó el escenario planteado a 30 años del inicio de la guerra, a partir de las políticas impulsadas por el gobierno nacional  para recuperar la soberanía en el archipiélago.

   Vernet sostuvo que la cuestión Malvinas debe abordarse desde tres ejes fundamentales: “Malvinas es Patagonia; Malvinas es Atlántico Sur y Malvinas es Sudamérica”.

   En tal sentido, explicó que por cuestiones geopolíticas, pero además por su historia misma, debemos tomar conciencia de que “las Islas pertenecen a nuestra Patagonia. El poblamiento de nuestra Patagonia Austral tuvo como ejes a Punta Arenas, Río Gallegos y Puerto Soledad. Los pobladores de las islas tenían actividades y costumbres similares a las que tenían las familias que habitaban el continente”.

   Sobre el segundo eje, Vernet señaló que “es imposible comprender la importancia de la soberanía en Malvinas si no tenemos en cuenta su ubicación en el Atlántico Sur, con todo lo que ello implica en materia de proyección antártica, pesca, explotación petrolera y presencia militar” en una región cercana a la confluencia con el Océano Pacífico.

   Marcelo Vernet, tataranieto de Luis Vernet –Primer Comandante Militar en Malvinas-, consideró de suma importancia que “todos nuestros mapas tengan la proyección antártica” y explicó que si miramos el territorio nacional de esa manera “llegaremos a la conclusión que la mitad no está en Córdoba, como nos enseñaron, sino en Ushuaia”.

   Con relación al tercer eje, el expositor saludó el acompañamiento de los países de la región al reclamo argentino, no sólo en las Naciones Unidas sino también con medidas de bloqueo comercial y prohibición del tráfico por sus aguas jurisdiccionales para barcos que tengan por destino Malvinas.

   Marcelo Vernet, ex funcionario de las carteras de Seguridad de Nación y Provincia de Buenos Aires, adelantó que en los próximos meses presentará su libro “Malvinas, mi casa”, donde rescata testimonios del diario íntimo de María Sáez de Vernet, esposa del comandante de las islas.

   Asimismo, comentó que, con frecuencia semanal, publica sus análisis en el sitio de la Agencia Periodística de Buenos Aires (Agepeba), en la sección  “Malvinas 30 años, 3 siglos”.

   En el sitio de la agencia de noticias se consigna que “Marcelo Vernet es el director del Instituto de las Islas Malvinas ‘Padre Mario Migone’, creado en noviembre de 2010 con el objetivo de realizar actividades culturales, educativas y comunicacionales que promuevan el debate de los aspectos vinculados con la Cuestión Malvinas. Fruto de este trabajo, en junio de 2011, se inauguró, a instancias del Instituto, y con la presencia y disertación del ex canciller Jorge Taiana, la Cátedra Libre de las Islas Malvinas y el Atlántico Sur de la Universidad Nacional de La Plata, bajo la dirección de la reconocida antropóloga  Rosana Guber”.

A 36 años del horror, Memoria, Verdad y Justicia.

El país de Cecilia y Braian

   Cecilia Mendive es doctora en química. Obtuvo su título en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, en 2001, en medio de la crisis más profunda que recuerda el país en las últimas décadas. Ante la falta de horizontes, dos años después decidió emigrar a Alemania.

   En 2009, la embajada argentina en Berlín le propuso a ella y otros científicos regresar al país. Un año después, Cecilia volvió y en la actualidad se desempeña en el Departamento de Química de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Su área de investigación es la fotónica, especialidad que podría reemplazar a la electrónica.

   Braian Toledo es un joven de dieciocho años, nacido y criado en un hogar humilde de la localidad bonaerense de Marcos Paz. Es deportista especializado en lanzamiento de jabalina. En 2009, en Italia, participó en el Mundial organizado por la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, donde alcanzó el tercer puesto. En 2010, fue campeón olímpico en los Juegos de la Juventud, realizados en Singapur. Este joven talento, que comenzó a escribir su historia grande en los Torneos Evita, percibe una beca del Estado.

   En estos días de campaña electoral, ambas historias trascendieron en las propagandas televisivas del oficialista Frente para la Victoria.

   Allí, Cecilia asegura que “un país puede sufrir una fuga de cerebros, pero nunca una fuga de corazones” y Braian, por su parte, explica que aprendió de su madre que “si no te esforzás, es difícil lograr algo”.

   Dos historias que hablan por sí solas de los profundos cambios que se produjeron en la Argentina a partir del 25 de Mayo de 2003. La primera, relacionada con la revalorización de la ciencia y la tecnología; la segunda, con el rescate de la cultura del trabajo, la inclusión social y el fomento del deporte. Ambas historias tienen un punto de convergencia fundamental: la recuperación del Estado -y de la política, claro- como herramientas insustituibles para la transformación de una sociedad.

   En el campo de la ciencia, las políticas de Estado sostenidas a lo largo de estos años hoy muestran importantes resultados, como el retorno de más de ochocientos científicos, a través del Programa Raíces; la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva; el aumento presupuestario; la creación del Polo Tecnológico Constituyentes; la reactivación del Programa Nuclear con fines pacíficos; la reciente inauguración del Polo Científico de Palermo; el aumento en la cantidad de becarios e investigadores; la puesta en funcionamiento de la central Atucha II; el lanzamiento del satélite Sac D-Aquarius y la reapertura de la planta para enriquecer uranio en Pilcaniyeu (Río Negro).

   En el campo del trabajo y la inclusión social, sobresalen la creación de más de cinco millones de empleos; la reapertura de las paritarias; el respaldo a las empresas recuperadas por sus trabajadores; la creación de cooperativas por el programa Argentina Trabaja; la Asignación Universal por Hijo; la Asignación Universal por Embarazo; el combate a la informalidad laboral; los múltiples planes de capacitación de mano de obra y la construcción de importantes obras de infraestructura básica: viviendas, agua potable, cloacas y pavimento.

   La historia de Cecilia es común a la de cientos de colegas suyos que en estos años decidieron volver, pero al mismo tiempo un mensaje para tantos jóvenes que están por ingresar a las universidades o a punto de egresar de ellas, para quienes Ezeiza ya no es la única salida, sino, en todo caso, tan solo una opción entre muchas otras.

   La historia de Braian es la de tantos pibes que, entre gambetas, pedaleadas o maratones, sueñan con ser campeones algún día en lo suyo. Tal vez lo sean (ojalá) o tal vez no, pero eso es accesorio. Lo principal es que crezcan bien alimentados, tengan acceso a la salud, puedan ir a la escuela, compitan sanamente y tengan posibilidades de proyectar sus vidas y realizarse en un país que los valora y protege.

   Ambas historias invitan a pensar que todavía quedan muchos científicos por repatriar y muchos pibes por incluir, pero, a su vez, muestran un claro contraste con aquella Argentina que prescindía de la materia gris de sus investigadores y excluía a la mitad de la población.

   En pocos días, esos dos modelos de país estarán frente a frente en las urnas y será el pueblo, una vez más, quien decida el rumbo de los próximos años. Un debate tan necesario como saludable, que también involucra las cuestiones locales. Es en este marco donde el electorado definirá qué Chivilcoy quiere para el futuro: si el de las grandes obras de infraestructura, las radicaciones industriales y el aumento de la oferta educativa; o el de las propuestas inconsistentes y la oposición por la oposición misma.

   La historia reciente entregó una postal bien ilustrativa de este gran debate nacional entre dos modelos, al que hoy asiste nuestro pueblo: con diferencia de pocas horas, el mismo día en que la diputada duhaldista Graciela Camaño le propinó una trompada a su par kirchnerista Carlos Kunkel, la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, inauguraba la Universidad Nacional “Arturo Jauretche” en Florencio Varela, allí, en el sur profundo del conurbano bonaerense.

   Pocas veces tan visible. Nunca tan claro.

   Esta reflexión cobra una vigencia especial en nuestros días.

 

Autor: José Yapor

Tecnópolis: "Una apuesta al futuro, pero también a la vida"

   Tecnópolis, la megamuestra que se realiza en Gral. Paz entre Constituyentes y Balbín (Va. Martelli), es la expresión genuina de un país que ha revalorizado la ciencia, la tecnología y el trabajo de sus investigadores.

   Además de una retrospectiva del desarrollo científico-tecnológico argentino, es un relato sobre un presente luminoso y una apuesta para reposicionar al país en la vanguardia de la producción de conocimiento y valor agregado.

   Lo tuvo claro un Presidente que gobernó al país a mediados del siglo pasado. La creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (Cnea) y de la Comisión Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas (Conityc), antecedente del Conicet, fueron verdaderas políticas de Estado para un país que se industrializaba en los sectores de consumo masivo y básicos, que apuntalaba la educación técnica y que fundaba la Universidad Obrera Nacional (Uon), pilar de la actual Universidad Tecnológica Nacional (Utn).

   El golpe cívico-militar de 1955 significó la restauración del modelo agroexportador y el consiguiente desmantelamiento del aparato industrial. Todas las dictaduras posteriores profundizaron ese camino regresivo, con acciones como la “Noche de los bastones largos” (1966) y la desaparición de becarios e investigadores (1976-‘83).

   En un país que, de acuerdo a la división internacional del trabajo, debía producir vacas y cereales, la población debía calcularse en función de la cantidad de cabezas de ganado, como propuso alguna vez un presidente de la Sociedad Rural Argentina (ver “Los profetas del odio”, de Arturo Jauretche). En ese modelo de país, sólo cabían 10 millones de habitantes para trabajar en el campo, en industrias subsidiarias o en el sector servicios. El resto estaba de sobra. ¿Para qué formar técnicos o ingenieros en un país sin industrias?

   En la etapa democrática iniciada en 1983, la desvalorización de la ciencia y la tecnología tuvo su pico máximo en la década del ’90, con la recordada invitación “vayan a lavar platos”, del ministro Domingo Cavallo a los científicos que reclamaban aumento de presupuesto. Lejos de tratarse de un exabrupto, aquella expresión guardaba absoluta coherencia con una visión colonial y desindustrializadora del país.

   Desde mayo de 2003, se produjo un cambio de paradigma en las políticas para el sector, en sintonía con lo que ocurría en otros ámbitos de la vida nacional (derechos humanos y sociales, justicia, trabajo, educación, industria, política exterior, fuerzas armadas, deuda externa, etc.).

   Entre las acciones fundamentales, cabe destacar el aumento del 1000% en el presupuesto, la reactivación del plan nuclear, el lanzamiento del Programa Espacial 2004-2015, la reanudación de las obras de Atucha II (próximas a terminar), la reapertura de la planta de Pilcaniyeu para enriquecer uranio, la constitución del Polo Tecnológico Constituyentes, el lanzamiento del cohete Tronador II y del satélite Sac D-Aquarius, la creación del ministerio (diciembre de 2007), la articulación entre organismos y universidades, la repatriación de 800 científicos por el Plan Raíces, la creación de la Agencia Nacional de Promoción de la Ciencia y la Tecnología (Anpcyt) y la fabricación de medicamentos y vacunas en laboratorios nacionales.

   Tecnópolis es una exposición representativa de este cambio de época y el lugar elegido tiene una fuerte carga simbólica: en ese predio que perteneció al Ejército, en tiempos de la dictadura se cometieron violaciones a los derechos humanos. Por eso cobra un valor especial la frase de la Presidenta Cristina Fernández en su discurso inaugural, cuando dijo que Tecnópolis es "una apuesta al futuro, pero también a la vida de las nuevas generaciones".

 

José Yapor

“…la realidad efectiva que debemos a Perón”

Algunas reflexiones en el 37º aniversario del paso a la inmortalidad del tres veces Presidente

 

   Hoy, 1º de julio, se cumplen 37 años del paso a la inmortalidad del general Juan Domingo Perón, el líder del movimiento nacional y popular que gobernó en tres oportunidades la Nación Argentina.

   Entre los principales logros de sus gestiones, cabe destacar los grandes avances en materia de legislación laboral, las conquistas sociales, los planes quinquenales, el fomento de la industria, la nacionalización de la banca y de las empresas de servicios públicos, la ejecución de miles de obras públicas (diques, carreteras, hospitales y usinas), la construcción de 8.000 escuelas, los planes de viviendas sociales, el impulso a la ciencia y la tecnología, la creación del Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio (Iapi), el respaldo oficial a las actividades deportivas, el desarrollo aeronáutico y automotriz, la revolución sanitaria del ministro Ramón Carrillo y el nuevo contrato social que implicó la Constitución de 1949. La nueva Carta Magna, inspirada en el constitucionalismo social, reconoció los derechos de los niños, la mujer y los ancianos, consagró el voto femenino y estableció la potestad del Estado nacional sobre los yacimientos y fuentes de energía (Artículo 40).

   En el plano continental, Perón avanzó decididamente en la integración con nuestras naciones hermanas, retomando el programa inconcluso de José de San Martín, Simón Bolívar, José Martí y José Artigas, quienes proyectaron y anhelaron la Patria Grande Iberoamericana.

   “Nuestro anhelo más profundo consiste en querer que todas las Naciones y hombres del mundo se amalgamen en un solo sentimiento de identidad, cuya comprensión e intensidad nos lleve a la comprensión total de cómo nos necesitamos los unos a los otros, haciendo nacer así esa correspondencia ideal para que el trabajo, el pensamiento libre y la construcción constante sean los derechos humanos que nos acerquen al progreso, a la civilización y a su estabilidad”, expresó en su obra “América Latina, ahora o nunca”.

   Y agregaba: “Debemos cuidar nuestros recursos naturales, con todas las fuerzas posibles, de la voracidad de los monopolios internacionales que los buscan para alimentar un modelo absurdo de industrialización y desarrollo en los centros de alta tecnología, donde rige la economía del mercado. Ya no es posible producir  un aumento en gran escala de la producción alimentaria del Tercer Mundo sin un desarrollo paralelo de las industrias correspondientes. Por ello, cada gramo de materia prima que se dejan arrebatar hoy los países del Tercer Mundo equivale a kilos de alimentos que dejarán de producir mañana. De nada vale que evitemos el éxodo de nuestros recursos naturales si seguimos aferrados a métodos de desarrollo que están preconizados por esos mismos monopolios, que significan la negación de un uso racional de los mismos”.

   Frente a esa amenaza de las trasnacionales, el general sostenía que “en defensa de sus intereses, los países deben propender a las integraciones regionales y a la acción solidaria”.

   En la misma obra, advertía que “no debe olvidarse que el problema básico de la mayor parte de los países del Tercer Mundo es la ausencia de una auténtica Justicia Social y de participación popular en la conducción de los asuntos públicos, sin que ello signifique la violencia o la desorganización que suelen causar las improvisaciones. Todo debe hacerse en su medida y armoniosamente. Sin una verdadera Justicia Social, el Tercer Mundo no estará en condiciones de enfrentar las angustiosamente difíciles décadas que se avecinan”.

   En esta fecha, es oportuno repasar estos conceptos que tanta vigencia tienen en nuestro continente americano y, en particular, en la Argentina de nuestros días. Después de la larga pesadilla neoliberal, que se impuso indistintamente bajo la forma de sangrientas dictaduras y democracias tuteladas, en la última década nuevos aires comenzaron a soplar en la América del Sur, con Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, Lula, Dilma, Néstor y Cristina, mientras esperamos que también Ollanta se sume a la gran caravana que lucha por la emancipación definitiva.

   El fortalecimiento del Mercosur, la creación de la Unasur, la proyección del Banco del Sur y el avance en la integración con los pueblos hermanos de Centroamérica y el Caribe, son acciones que se encaminan a la construcción de una verdadera comunidad de naciones, donde deben ser causas compartidas la defensa de la soberanía territorial y de los recursos naturales; el rechazo a cualquier intento desestabilizador; la distribución justa de la riqueza; la vigencia de los derechos humanos; el respeto por los pueblos originarios y la cooperación económica, educativa, científica y tecnológica.

   En estos días, en los que asistimos a un debate sobre temas medulares de la vida nacional y regional, es necesario tener presente el legado histórico de Juan Domingo Perón y reconocer la vigencia de su pensamiento y su obra.

   Mientras el poder concentrado intenta recuperar terreno a través de sus voceros mediáticos, apostando a darle oxígeno a una oposición que se desgrana en su mediocridad y sus interminables pujas internas, el desafío es profundizar el modelo nacional, popular y democrático que lidera la compañera Cristina Fernández de Kirchner.

 

José Yapor