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La locomotora del oeste

Ocho años hilvanando sueños y esperanzas

Celia Martínez, integrante de la Cooperativa 18 de Diciembre, contó la rica experiencia de recuperación de la textil Brukman por parte de los trabajadores

   La historia de la textil Brukman representa una de las experiencias más difundidas en lo que respecta al fenómeno de empresas recuperadas por los trabajadores. Los principales acontecimientos se produjeron en las horas previas de las sangrientas jornadas del 20 y 21 de diciembre de 2001, que marcaron la caída del gobierno de la Alianza encabezado por Fernando De la Rúa.

   A ocho años de aquellos días en que los trabajadores tomaron la fábrica, Celia Martínez, integrante de la Cooperativa de Trabajo 18 de Diciembre, contó de qué manera se fue dando el proceso que desembocó en la recuperación de la fábrica. En diálogo con el programa radial “La locomotora”, ciclo de verano que se emite los domingos por FM Local de Chivilcoy (103.7), habló de los inconvenientes que enfrentan en la actualidad, reclamó una mayor intervención del Estado y se mostró optimista a la hora de evaluar las posibilidades de crecimiento de la cooperativa.  

¿De qué manera se dieron los hechos que llevaron a la toma de la fábrica?

Empezó el problema en el año 96, con la baja de sueldos. Empezamos a cobrar con vales. Se fue agudizando a través de los años, porque duró años eso de la baja de sueldos y cobrar en vales. Al principio eran de 100 pesos por semana y cuando llegaron al 2000 se hicieron de 50 y 20 pesos y ya a fines de 2001 estábamos cobrando 5 pesos o 2 pesos por semana. En cierto momento no aguantamos más y empezamos a discutir con los patrones por el tema de los sueldos. En otros momentos era pedirles por favor que nos dieran un poco más de plata, pero para este tiempo empezamos a exigirles nuestros sueldos, vacaciones, salarios y aguinaldos atrasados. Todo. Entonces, el 15 de diciembre, un viernes, el patrón nos dice ‘el lunes no se va a trabajar hasta el miércoles’. Algunas compañeras que tenían más experiencia con el sindicato y las leyes laborales nos decían ‘no, no tenemos que estirarlo tanto porque nos pueden mandar cartas documentos diciendo que hicimos abandono de trabajo’. Discutimos entre las compañeras, nos pusimos de acuerdo y bajamos a hablar con el jefe de personal. Le dijimos que queríamos venir el lunes y nos dijeron que el lunes no, que viniéramos el martes. Y decidimos venir el martes, que ya era 18.

¿Y qué sucedió ese día?

Hubo discusiones por los salarios y bajamos a la oficina a hablar con los patrones. Tuvimos una reunión a las 10 de la mañana, donde se discutió todo de todo. Nos decían que no había plata y uno de los tres hermanos tira un manojo de llaves en la mesa del directorio y nos dice: ‘Si ustedes creen que van a saber manejar la fábrica mejor que nosotros, tomen las llaves’. Y se fue, pero a nosotros no se nos cruzó en ningún momento que eso algún día iba a ser realidad. En ese momento no pensábamos ni en las llaves ni en lo que dijo. Lo que queríamos era cobrar algo. Nos dijeron que bajáramos de nuevo a las dos de la tarde, que irían a ver a algunas mesas de dinero y conseguirían plata. A las dos de la tarde no había nadie en la fábrica, nadie en el sector de administración. Ni los patrones ni tesoreros ni secretarias. Estaban las oficinas abiertas, todas vacías de gente. Dijimos ‘van a  buscar plata y ya van a venir’. Antes de las tres de la tarde pasa uno de los chicos de la oficina y nos da dos pesos a cada uno. Para ese momento ya gastaba siete pesos de viáticos, sin comida, solamente de boletos. Y algunos mucho más, porque venían de Morón, San Miguel, de lugares lejísimos, donde hay que levantarse a la medianoche para llegar acá a las seis de la mañana. Así que agarramos los dos pesos y nos quedamos esperando que vinieran los patrones. Ya era tarde, no venían, llega la noche… Muchos se fueron y otros se quedaron porque no tenían ni para viajar ese día.

La ocupación

¿Cuál fue su actitud?

Yo me quedé hasta las once de la noche. Después me fui a mi casa. Esa noche se quedaron 22 compañeros, que hicieron una asamblea y dijeron ‘quedémonos hasta que nos paguen y hablemos con los compañeros, que entren los que quieran luchar y los que no, que se queden afuera. Que se queden a resistir hasta que vengan los patrones y nos traigan la plata’. A las 5 y media de la mañana muchos compañeros estaban afuera, como los encargados y los de ventas. Me preguntaron a mí y yo entré con 50 y pico de personas, de 115 que se quedaron. Nos quedamos y hasta hoy estamos. Algunos se fueron y otros fallecieron. Acá había y sigue habiendo muchos jubilados.

¿Cómo influyeron los sucesos del 20 y 21 de diciembre, que terminaron con el gobierno de la Alianza?

El 20 de diciembre nos favoreció políticamente para que decidiéramos quedarnos y luchar. Todo lo que pasaba en las calles, con las asambleas, los piqueteros nos dio fuerzas para seguir. La gente empezó a llegar cuando pusimos un cartelito en la calle que decía ‘fábrica tomada’. La gente empezó a charlar con nosotros, a contarnos experiencias de otras fábricas. Cuando hicimos nuestro primer corte, antes del 31 de diciembre, llegaron los medios. Cortamos Jujuy y también Belgrano.

En marzo y noviembre de 2002 tuvimos dos desalojos y para Semana Santa de 2003 se arma un desalojo muy grande, donde ocho manzanas fueron militarizadas acá en la zona y ahí no pudimos recuperar la fábrica hasta después de nueve meses.

Balance de la gestión

¿Cuál es el balance al cabo de ocho años de autogestión de la empresa?

Ocho años de lucha, de trabajo, que nos sirvieron a las trabajadoras que solamente éramos mamás y amas de casa. Perdón, porque la verdad que me acuerdo… para esta fecha se vuelve a sentir todo (se emociona). No sé si fue el momento político de país lo que nos hizo avanzar y crecer como trabajadoras, como luchadoras. De ahí aprendimos que tenemos derechos y debemos luchar por nuestros derechos. Nos convencimos de que la fábrica tiene que ser nuestra, luchamos por eso y hoy es nuestra. Seguimos trabajando, con muchos problemas también, por la situación política del país. La industria textil está muy baja en el sentido que hay mucha importación y no podemos competir como cooperativa con los grandes capitalistas que pueden tener precios bajos y gran cantidad de stock. Lo nuestro siempre es comprar pocas telas, fabricar, vender y volver a comprar. Eso dificulta un poco la venta. Tiene mucho que ver también el rubro que tenemos, que es ropa de vestir de caballeros y todos sabemos que a la hora de comprar uno prefiere comprar la comida para los hijos antes que un traje. Seguimos trabajando, aguantando y arreglándonos como podemos. Estamos en el camino de crecer y creo que con el tiempo vamos a ir creciendo.

En un momento se refirió a la ausencia del sindicato. ¿A qué organización gremial estaban afiliados?

Estábamos afiliadas al Sindicato del Vestido (Soiva) que, dicho sea de paso, nunca nos apoyó, nunca estuvo con nosotros en ningún momento. Siempre estuvo a favor del patrón e inclusive el sindicato pedía la quiebra por la deuda que tenían los patrones con el sindicato. También se la peleamos un montón y la quiebra recién se dio en 2003 cuando ya nosotros habíamos ingresado un pedido de expropiación. Para ser cooperativa necesitábamos la quiebra. En octubre de 2003 se dio la quiebra, en noviembre la expropiación y, el 29 de diciembre, pudimos entrar después de nueve meses de carpa en la esquina de la fábrica.  

¿Tienen la posesión definitiva de las instalaciones?

Es una expropiación transitoria con derecho a compra, con cuotas semestrales durante veinte años. Como todavía no está arreglado el tema de la quiebra, el gobierno depositó el dinero y aparentemente los acreedores y la síndico no están de acuerdo con esa suma; así que todavía está en veremos. Pero máquinas, marcas y patentes están expropiados definitivamente para los trabajadores.

¿Reciben algún apoyo crediticio de parte de la banca estatal?

En el 2003, cuando entramos y la fábrica estaba prácticamente destruida, pedimos créditos y tuvimos un crédito blando que nos ofreció el Banco Ciudad de 50.000 pesos. Con eso pudimos arreglar máquinas que habían destruido y comprar telas. De ahí decidimos no pedir más créditos. Sí tuvimos subsidios del Inaes y del Ministerio de Trabajo. Compramos una máquina que hace 7 mil bolsillos por día. En eso pensamos, en comprar máquinas de gran producción. Así que estamos en eso. En estos momentos con sueldos muy bajos; a veces llevamos 100 pesos por semana, pero con el tema de los subsidios para arreglos en la fábrica y compra de maquinarias podemos seguir avanzando y no tiene que salir de lo nuestro. Lo que vendemos en la tienda es todo para mantener el edificio, para pagar agua, luz y gas. El trabajo a fasón es para pagar sueldos.

¿Cómo se compone el grupo de trabajo?

Somos 60 personas. Fuimos 70 pero tuvimos algunas bajas. Algunos compañeros se fueron porque tienen hijos y necesitan cobrar salarios. Es una pena que algunos se hayan ido porque ahora justamente están dando la Asignación que sacó la Presidenta.

¿Forman parte de algún movimiento de empresas recuperadas?

Integramos el Movimiento de Fábricas Recuperadas, que orienta el doctor Luis Caro.

Perspectivas

¿Cuáles son las perspectivas para 2010?

Esperamos que nos vaya mucho mejor. Estamos preparando muchos compañeros jóvenes para que se salga a vender de otra manera, porque no tenemos vendedores. Eso creo que nos va a hacer avanzar. Tenemos esperanza de que vamos a tener más trabajo, de que vamos a crecer, que el gobierno apunte un poco más a ayudar a las fábricas recuperadas y se integre a nosotros para que esto pueda ser grande. La fábrica es para el pueblo. No quiero decir que todo el mundo va a entrar a la fábrica, pero 300 personas más entran acá y si el gobierno tuviera más intervención en esto, todas las costureras que están en la calle siendo explotadas en cualquier tallercito del Bajo Flores por ejemplo, podrían estar produciendo acá gran cantidad de ropa y salir a la venta con todo. Nuestro deseo es ese:  que el gobierno tenga más participación en todas las fábricas, pero en esta en especial, porque está a cuarenta cuadras de la Casa de Gobierno. La Presidenta es una mujer y debería estar acá con nosotras viendo cómo hace grande esta fábrica para las mujeres desocupadas, para el pueblo. No solamente para las mujeres, porque hay sastres que no consiguen trabajo y aquí está esta fábrica semivacía. Nosotros hacemos todo lo posible pero nos falta un apoyo más comprometido del gobierno.

¿Cómo pueden tomar contacto con ustedes los comercios y clientes particulares que quieran comprar la ropa que fabrican?

Pueden venir a la fábrica, que está en Jujuy 554, a seis cuadras de la Estación Once. Es muy fácil llegar. Vendemos por mayor y por menor. También hacemos trabajo a fasón, que es a lo que más nos dedicamos. Hacemos una tanda de trajes para nosotros pero además fabricamos para otras empresas. Mucha gente del interior nos manda a pedir, vienen y encargan. La verdad tenemos muy buenos precios y los invitamos a que vengan porque acá van a encontrar el mejor precio para fabricar o comprar prendas hechas.

El teléfono del sector ventas es (011) 4943-1417.

Autor: José Yapor

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