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La locomotora del oeste

Empresas recuperadas

“Ya no hay nadie que nos de órdenes”

Ernesto González cuenta la experiencia de la Cooperativa de Trabajo Chilavert Artes Gráficas, una empresa recuperada por los trabajadores.

 

   Con sede en el barrio porteño de Nueva Pompeya, la Cooperativa de Trabajo Chilavert Artes Gráficas es una de las empresas recuperadas por sus trabajadores, en 2002, en plena crisis económica.

   Ernesto González, secretario de la cooperativa, contó a La locomotora del Oeste cómo se fue dando el proceso que condujo al actual modelo de empresa autogestionada.

¿Cuál fue el origen de la cooperativa?

   La cooperativa se formó por la necesidad que teníamos de mantener nuestras fuentes de trabajo cuando en el año 2002 la empresa estaba a punto de quebrar e íbamos a quedar en la calle. El patrón quería vaciar la empresa, porque estaba en una situación bastante complicada. Ahí nosotros decidimos ocupar la planta, para evitar que vaciara la empresa, y eso fue sembrando la idea de no dejarlo que quiebre tampoco. No queríamos cobrar una indemnización, sino mantener nuestras fuentes de trabajo. Fue así que la historia avanzó y fuimos paso a paso animándonos a ponerla a producir. Logramos salvar los bienes que iban a ser rematados, con una ley de expropiación de la Ciudad de Buenos Aires. Ahora estamos trabajando en estas condiciones.

Una experiencia que se dio en plena crisis económica…

   La crisis económica nos ponía en una situación que, si perdíamos el trabajo, era muy difícil volver a insertarse en el mercado laboral. Una situación muy precaria. Había en aquel momento una situación de efervescencia social y movilizaciones, que nos animaba a hacer lo que hicimos, que era esta cuestión de ponerla a producir bajo nuestra gestión. Por suerte nos salió bien. Hoy día estamos trabajando y viviendo de esto.

¿Qué sucedió luego de la ocupación de la planta?

   Cuando ocupamos el taller nos ordenaron el desalojo. Era una situación de asedio legal a lo que estábamos haciendo; por eso buscamos la salida legal, que fue la expropiación. Por suerte tuvimos mucho apoyo de los vecinos de este barrio y muchos otros trabajadores. Con ese apoyo logramos que la situación se revirtiera y hay muchas anécdotas con respecto al apoyo que tuvimos. Gracias a la ayuda de mucha gente que pensó que era justo por lo que estábamos peleando, pudimos sobrevivir durante muchos meses sin contar con ingresos.

¿Cuántos trabajaban al momento de la quiebra y cuántos hoy?

   Al momento de quebrar la empresa habíamos quedado ocho empleados, que fuimos los que recuperamos este lugar. En el ’91, cuando entré a trabajar éramos dieciocho o diecinueve. Nunca fue un lugar muy grande y con la crisis se fue achicando. Ahora somos doce.

Hay una historia épica detrás de la impresión del primer libro. Contamos cómo fue.

   Por la orden de desalojo, que después se frenó, se mantenía una guardia permanente en toda la calle. Tenían la orden de no permitir que entraran ni salieran camiones de aquí. Teníamos un trabajo para sacar y no sabíamos cómo. El vecino nos dijo que hiciéramos un agujero en la pared, sacamos los libros por su casa y lo entregamos a tiempo. Era la situación extrema en la que estábamos, pero muestra cómo mucha gente se jugaba para que esto saliera bien. Creo que fueron dos mil ejemplares. Después tuvimos que seguir usando esa vía de escape para seguir trabajando de una manera muy dificultosa.

También les preguntaron por qué funcionaban las máquinas…

   Tuvimos que explicar que las máquinas estaban funcionando porque le hacíamos un mantenimiento para que no se estropearan. Dijimos que el mantenimiento era necesario e indispensable. De todos modos, es así, porque toda herramienta que no se usa se estropea.

¿Qué otras muestras de solidaridad tuvieron?

   Hay otras anécdotas. La energía, al momento de la quiebra, la habían cortado por falta de pago. Nosotros, con la plata que habíamos juntado, logramos arreglar con Edesur y reconectamos la energía. Era mucha plata y. en un momento dado, no teníamos con qué seguir pagando y la iban a cortar de nuevo. En ese momento, nos llega una carta de Estados Unidos de un estudiante que había estado unos días antes en el taller, comprando unos libros que había en stock. Nos había pagado con lo que nosotros dijimos que valían en Argentina, unos pesos. El nos dijo que esos mismos libros se los vendería en dólares a unos amigos y nos mandaría la diferencia. Nosotros pensábamos que fue un comentario, nada más. La cuestión es que nos llega la carta con un artículo que él escribió en una revista sobre las fábricas recuperadas. En el sobre viene el dinero con la diferencia que había logrado por la venta de los libros. Fue una cantidad importante, que nos permitió pagar la luz el mismo día en que vencía. Sin esa ayuda hubiera sido mucho más difícil.

¿De qué manera retribuyeron ustedes esas muestras de solidaridad?

   Aprendiendo de esto, cuando reabrimos la imprenta, decidimos abrir las puertas a todo aquel que quisiera visitarnos. En la planta superior inauguramos un centro cultural, donde funcionan talleres de serigrafía, teatro y fotografía. Además, hay espectáculos, obras de teatro y muestras.

   Hay un espacio destinado a un bachillerato popular para adultos, de tres años de duración. Es también una tarea militante. Es gratuito, pero no está bancado por el Estado.

¿Qué cosas cambiaron para los trabajadores a partir del paso de la gestión privada a la autogestión?

   Ya no hay nadie que nos dé órdenes. Tenemos que tomar decisiones, en forma colectiva y eso implica ponernos de acuerdo. Lo fuimos aprendiendo. Fue un shock y a los compañeros más viejos les costó más asumirlo que a los compañeros más nuevos. Pero, obviamente, como vos me decís, estamos en el marco de una sociedad capitalista y algunas decisiones que nos gustaría tomar, no podemos tomarlas. Por ejemplo, tener dos meses de vacaciones o ganar todo lo necesario para vivir. Nos pone el límite. Nosotros vivimos de lo que podemos vender, de los servicios que podemos vender de impresión. A veces estamos un poco mejor y a veces un poco peor, pero lo vamos resolviendo entre todos y entre todos vamos encontrando la solución en cada caso.

¿Cuál es en la actualidad la situación legal de la cooperativa?

   Desde 2004 hay una expropiación definitiva del lugar y la entrega a la cooperativa. De todas maneras, esa misma ley dice que la cooperativa debe reintegrarle al Estado el dinero que costó la expropiación, las indemnizaciones que tuvo que pagar. Hasta el momento, en este caso y en algunos otros, no fue llevado adelante. La Legislatura de la ciudad de Buenos Aires ordena al Ejecutiva llevarlo adelante. Por más que no lo haya hecho en los tiempos en que debería haberlo hecho, no tiene vuelta atrás. Desde el punto de vista legal estamos bastante tranquilos.

¿Tienen acceso al crédito?

   No existen líneas de crédito respaldadas en la producción. A esta propiedad no la podemos hipotecar ni prendar. Por lo tanto, el financiamiento hacia nosotros es limitado. Trabajamos con lo que tenemos. Por eso los plazos de pago que podemos brindarles a nuestros clientes son muy cortos. Trabajamos con pequeños clientes, que pagan al contado.

¿Qué esperan de cara al futuro?

   Esperamos consolidar este proyecto y tener mucho trabajo para poder darle trabajo a más compañeros, para que esto siga creciendo.

Autor: José Yapor

Maderera Córdoba: otra empresa recuperada

Carlos Sasso, vicepresidente de la cooperativa de trabajadores, recordó la historia que comenzó a escribirse luego de que la vieja sociedad abandonara la gestión.

 

   Maderera Córdoba representa uno de los casos emblemáticos de empresas recuperadas por sus trabajadores, en los primeros años de la década de 2000. Su historia es convergente con las de otras empresas quebradas por sus antiguos dueños, desde la falta de pago de sueldos, el abandono de la gestión, la ocupación de las instalaciones, la resistencia a los intentos de desalojo, la constitución de la cooperativa y la vuelta a la producción y comercialización. Claro esta, bajo una nueva modalidad.

   Carlos Sasso, vicepresidente de la Cooperativa Maderera Córdoba, explicó que “el proceso se inició en el 2003, a raíz de una quiebra de Maderera Córdoba S.A.. Los ex dueños nos presentaron a integrantes del Movimiento de Empresas Recuperadas y después, por intermedio de ellos, formamos una comisión. Eramos once integrantes y cada dos años la fuimos renovando”, añadió.

   Recordó que “en ese tiempo prácticamente no había puestos de trabajo, porque el país estaba paralizado y, como trabajadores, no teníamos otra salida que quedarnos acá. Por suerte, acá vivía una persona y nosotros teníamos acceso por una puertita. El resto estaba clausurado y no se podía entrar. Así fue como reabrimos la fábrica. En un primer momento no se abrió el salón de ventas. De a poquito nos fuimos ayudando entre compañeros, hasta que en diciembre se clausuró y a fines de diciembre empezamos a entrar por la puertita. Luego, el 28 de septiembre del año siguiente, vino el jefe de Gobierno de la Ciudad, (Aníbal) Ibarra, y reabrió todo el edificio. Desde entonces estamos trabajando como ahora”, puntualizó Sasso.

   El cooperativista aseguró que “al principio no teníamos materiales para trabajar y nos alcanzaba apenas para sobrevivir. En ese tiempo estaba el proveedor Pifor, que nos dejaba mercadería a pagar. Las empresas recuperadas no tienen créditos en los bancos y así fue como empezamos. Actualmente podemos comprar mercadería, todo lo que vamos a usar, y tenemos stock de maderas y placas”, diferenció.

   Sasso comentó que  “en el ‘90 o ’92, llegaron a ser cincuenta o sesenta operarios; cuando se hizo la quiebra había once empleados y quedamos todos. Luego fuimos diecinueve y ahora se fue uno y quedamos dieciocho. Queremos seguir creciendo. Estamos bien. No digo que ganemos muchísima plata, pero es suficiente para vivir mejor de lo que estábamos viviendo”, comparó.

   “La administración recayó en la misma gente que venía administrando la vieja empresa”, señaló, al tiempo que indicó que “antes en administración cobraban más que el personal de taller. Ahora, como somos todos iguales, llevamos todos lo mismo a casa. Nos mentalizamos que las ganancias tenían que quedar, salvo lo del reparto, la compra de materia prima, el mantenimiento de las máquinas y los impuestos que tenemos que pagar. Si nos lleváramos toda la ganancia esto no funcionaría”, analizó.

   Consultado sobre las posibilidades de financiamiento por parte de la banca pública, manifestó que “Banco Provincia vino con unos folletos ofreciéndonos créditos, pero no son tan blandos. Nosotros nos abastecemos con la plata que entra y por suerte estamos bien. El Inaes y el Ministerio de Desarrollo Social nos dieron ayuda dos o tres veces para comprar materiales o arreglar algunas máquinas”, resaltó.

   Al referirse a los productos que la cooperativa ofrece al mercado, Sasso destacó que “los muebles a medida se hacen a pedido. Aquí se hacen molduras y otros trabajos que son difíciles de hacer en otros lugares. Se hacen cortes de todas clases de maderas. Acá viene la madera en tablones, se la trabaja y se saca lo que el cliente desea”.

   Sobre las características de la jornada de trabajo, precisó que “iniciamos el trabajo a las ocho de la mañana hasta las 12:30. Ahí paramos hasta la 13:30 para comer y luego retomamos las actividades hasta las seis de la tarde. Nos llevamos fenómeno entre todos. Por ahí, hay algún cortocircuito, pero enseguida se normaliza. El clima de trabajo es muy lindo. A veces surgen distintas maneras de pensar, pero nosotros somos compañeros de trabajo y tenemos que estar todo el día juntos”, enfatizó.

   De cara al futuro, nuestro entrevistado remarcó que en la cooperativa esperan “que se de la posibilidad de poder pagar la empresa o salga la expropiación definitiva. Que nos den la empresa a todos los cooperativistas. Estamos en condiciones de pagarla y supuestamente se va a hacer una quita en el precio total”, completó.

Autor: José Yapor

“La intención es quedarnos con la empresa definitivamente”

Carlos Visuara contó la experiencia de recuperación de Arrufat por parte de los trabajadores. La cooperativa que preside transita por un buen presente y apunta a ganar espacio en el mercado.

 

   “Hoy somos unos cuantos trabajadores que estamos tratando de recuperar nuestra fuente de trabajo. Hoy en día es muy difícil salir y encontrar trabajo, pero estamos haciendo todo el esfuerzo para que no nos falte y cada día podamos dar trabajo a alguien también. Con la edad que tenemos nosotros nadie nos da trabajo, porque pasando los treinta es difícil conseguir laburo. Estamos haciendo un aguante, un esfuerzo enorme y, a la vez, tratando de recuperar la fuente de trabajo que teníamos perdida un año atrás”.

   Quien habla es Carlos Visuara, presidente de la Cooperativa de Trabajadores Arrufat Vivise, una de las últimas empresas recuperadas del sector alimenticio.

   En diálogo con La locomotora, en los días previos a la Navidad de 2010, Carlos recordó los pormenores de la lucha que llevaron a cabo los trabajadores para evitar el cierre de la fábrica.

   “El 6 de enero de 2009, los dueños de la empresa se van de acá y nos dejan con nueve meses de sueldo sin pagar. Ese día, donde alguien recibía el regalo de Reyes, nosotros recibíamos esta mala noticia. Y así pasó. Ese día se fueron, cortaron la luz y quedamos al oscuro. Nos quedamos con la expectativa que los dueños podían volver a la semana o al mes para poner en marcha la empresa, pero se borraron para siempre. Nunca más volvieron. A nosotros no nos despidieron. Nunca nos mandaron telegramas y, además de los nueve meses de sueldos atrasados, tampoco nos pagaban vacaciones y aguinaldo. Tenían una deuda infinita con nosotros; era difícil que nos pagaran y el camino se hacía cada vez más oscuro”, relató.

   Precisó que al iniciarse la lucha “éramos cincuenta y uno, pero después de esos nueve meses, la gente se empezó a ir, a buscar otros horizontes o a ver si les daban alguna changa. Y quedamos unos cuantos. Después se fueron sumando algunos. Nos quedamos quince; después empezamos a hacer algo y la gente se empezó a sumar. Eramos un poco más. El aguante era duro; la empresa recuperada es difícil, porque nadie elige a los socios y con un poquito de sacrificio logramos armar una cooperativa. Ya estamos pasando 2010 y seguimos recuperando la fuente de trabajo. Estamos bien”, celebró Visuara.

   Al referirse a la actualidad de la cooperativa, comentó que “hoy somos más de veinte y otros que están laburando por temporada, por changa” y explicó que en lo relativo a la producción, “la empresa forma por tres temporadas: desde que empieza el año, es la temporada del huevo de Pascua, que es para marzo o abril depende de la fecha en que caiga; después empieza la temporada de bombones, a mediados de año, y a fin de año se hacen todos los productos navideños, como turrones, confites, grajeas de chocolate, bombones de frutas, pan dulces y todo lo que está en la mesa de fin de año. Por eso, muchas veces hacemos una propaganda que dice que los productos de Arrufat no pueden faltar en la mesa de fin de año”, subrayó.

   No fue simple la transición entre la empresa privada y la cooperativa, sobre todo en la relación con los proveedores: “Buscamos a otros proveedores que creen en nosotros y también contamos con algunos que volvieron. Con algunos quedaron en deuda, pero nosotros somos nuevos y no tenemos nada que ver; por eso queremos que se sumen todos. No le debemos nada a nadie. Somos trabajadores y queremos mantener la fuente de trabajo. Por eso queremos seguir creciendo poco a poco”.

   Carlos Visuara explicó que en el aspecto legal “tenemos una expropiación por dos años, pero los únicos que nos podemos quedar con la empresa somos nosotros y la intención es quedarnos con la empresa definitivamente”.

 

   Carlos reconoció el apoyo brindado por los vecinos durante los meses de la toma de la fábrica: “Los vecinos se portaron bien. Nosotros poníamos una urna en la puerta para el fondo de huelga y respondieron bien. No solamente los vecinos, sino también la gente que pasaba por acá. No fueron ajenos a nada. Estaba a la vista, porque el trabajador no pide por pedir, sino porque lo necesita. Fueron muy solidarios con nosotros”, resaltó.

   Finalmente, indicó que “cualquier persona que se quiera acercar puede hacerlo. Las puertas están abiertas para todos los que quieran venir a comprarnos. Estamos haciendo productos de la misma calidad que antes y, por ahí, algunos productos de mejor calidad. Vale mucho que el cliente siga confiando en nosotros. Toda la vida el trabajo lo hicimos nosotros. No es que lo hizo el patrón. El trabajador siempre hace los productos y ahora lo seguimos haciendo, con la misma calidad. Eso es lo que se guarda: la calidad”, insistió.

Autor: José Yapor 

Cooperativa de Trabajadores Arrufat Vivise

Tres Arroyos 761

Teléfonos (011) 4588-1172 o 1560-551743

http://www.chocolatesarrufat.com

 

 

Frigorífico Torgelón: una de las últimas experiencias en empresas recuperadas

Después de marchas y contramarchas, los trabajadores que conformaron la cooperativa lograron la expropiación. Con optimismo, apuntan a recuperar presencia en el mercado y planean lanzar una segunda marca en el futuro inmediato.

 

   La Cooperativa de Trabajo Torgelón es una empresa que elabora fiambres y embutidos de reconocida presencia en el mercado.

   Desde sus inicios, en 1923, hasta el tempestuoso 2001 fue una sociedad compartida entre las familias Torres y Gelón. En ese momento, la llegada de una gerenciadora marcó un cambio de época signado por el vaciamiento, los desvíos de fondos, la insensibilidad patronal, la incertidumbre de los trabajadores y, finalmente, un abandono anunciado de la gestión.

   Todas esas circunstancias desembocaron en la recuperación de la empresa por parte de los obreros. En plena jornada de trabajo, cuando transcurrían los últimos días de 2010 y el calor se hacía notar, el presidente de la cooperativa, Luis Figueroa, contó a La locomotora del Oeste cómo se fueron sucediendo los distintos capítulos de una historia tan accidentada como apasionante.

¿Qué particularidades tuvo el proceso de recuperación del frigorífico? 

   Hace dos años y medio empezamos a trabajar en la recuperación de la empresa después que los antiguos dueños y empresarios la abandonaron directamente. Quedamos los trabajadores acá y empezamos a conformar lo que luego fue la cooperativa. Fue un trabajo muy lento, por la burocracia y todo lo que conlleva formar una cooperativa y más aún si se trata de una fábrica. De a poquito fuimos armando la comercialización y recuperando el trabajo básicamente. 

¿Qué pasos dieron los antiguos dueños antes de abandonar la gestión? 

   La empresa venía con signos negativos desde 2001. No quiere decir que trabajara mal, pero cambió sus formas de ventas. Antes era abierta y vendía a minoristas, mayoristas y supermercados. Desde el 2001 para acá solamente se dedicaron a vender a supermercados. Pero ahí había otras maniobras y cosas que estaban armadas para ir desarmando la empresa.

¿Qué tipo de maniobras?

   Maniobras en los pagos, desviaciones de fondos. Hay mucha documentación que lleva a suponer en algunos casos y hay una denuncia por ese tema. Se desviaron fondos a una empresa que no era del rubro, que no tenía nada que ver con esta y siempre la empresa estaba en pérdida, porque no justificaba las ganancias. 

¿Cómo se inició el conflicto? 

   Al principio era solamente un problema entre el sindicato y la empresa o eran quejas hacia el sindicato. Era un típico problema laboral, por las horas de trabajo y en un momento se había echado a la mitad de la gente  y, por intermedio del Ministerio de Trabajo, se volvió a reincorporar. Muchas maniobras que apuntaban a lo mismo: que la empresa era insolvente, que no podía mantener la cantidad de empleados que tenía, que los empleados éramos un costo para empresa… Era una manera de decir que los empleados éramos los responsables de la pérdida de la empresa. La excusa típica. 

¿Cómo se profundizó el conflicto con la patronal? 

   En 2002 y 2003, los dueños, las familias Torres y Gelón, no se presentan en la empresa y se conforma una empresa gerenciadora que la administraba. Fue la que guió a la empresa, si lo queremos ver así, hasta que no vinieron más. En el momento en que esta gerencia no se presenta más, los trabajadores quedamos como que no estábamos echados, despedidos. No podíamos ir a pedir un subsidio por desempleo porque no teníamos un telegrama de despido. La empresa no estaba en quiebra, porque legalmente no estaba decretada, y los dueños no se hacían cargo porque supuestamente no eran responsables de las actividades que había desarrollado la gerenciadora. La gerenciadora decía que solamente obedecía lo que decían los dueños y ahí estábamos, en el aire, sin nadie que nos dijera ‘están despedidos’ o ‘sigan trabajando’.

¿Qué respuestas tuvieron? 

   Nadie se hizo cargo. Al principio, la visión del sindicato era plantear las denuncias correspondientes; más que nada, la parte formal. Al mismo tiempo, empezamos a averiguar por el tema de las cooperativas, porque ya habíamos tenido contacto con gente que trabajaba en cooperativas. Por intermedio de la Cooperativa Yaguané contactamos al Movimiento de Fábricas Recuperadas y empezamos a trabajar con ellos paralelamente, aunque al sindicato no le gustó demasiado. Es el Sindicato del Chacinado. Ellos no estaban muy a favor de conformar la cooperativa. En realidad, se plantearon las dos opciones. Podemos decir que la mitad de la gente estaba con una idea y la otra mitad, con la otra. Decidimos empezar a trabajar para llevar algo a nuestras casas. No podíamos conformar la cooperativa en ese momento porque no había una quiebra. Por el lado del sindicato, tampoco había novedades ni avances. Empezamos a trabajar y tardó ocho meses en llegar la quiebra dictada por el Juzgado Comercial. Estuvimos ocho meses trabajando informalmente y, desde ese momento, el juzgado puso un plazo para que conformáramos la cooperativa. Nos presentamos en el Inaes, dimos todos los pasos correspondientes, conformamos la cooperativa y más adelante conseguimos que se nos alquilara la empresa. Pagábamos un alquiler bajo a la sindicatura y, en esas condiciones, empezamos a trabajar. Teníamos problemas con la Afip. Si bien teníamos conformada la cooperativa, no podíamos sacar el número de Cuit porque no éramos propietarios del local. Tuvimos que dar muchas vueltas. Hay cuestiones legales que se tienen que dar lentamente. Los plazos nuestros son cortos y los burocráticos son a la largo plazo. 

¿Cuántos trabajadores tenía la gerenciadora y cuántos conforman la cooperativa en la actualidad? 

   En el último período de la gerenciadora éramos ochenta. Al principio éramos más de cien, pero fueron sacando gente que se quería jubilar o por retiros voluntarios, que no se pagaron porque al decretarse la quiebra, no hay a quien cobrarle. Ese es un tema. Además, despidieron a dos o tres, que lamentablemente tendrán que esperar hasta que se resuelva la cuestión judicial. En este momento somos sesenta y cinco. La gente de planta se quedó toda. Los que se fueron eran vendedores que trabajaban a comisión y que, por haber pocas ventas, no les convenía seguir. 

¿Cómo encarrilaron las relaciones con los proveedores?

   Fue bastante complicado. Nuestra primera compra fue con fondos que se juntaron por una colecta que se hizo en la calle, con la colaboración de los vecinos y por algún dinero que se puso entre la gente que estaba. Tuvimos que pagar por adelantado a la empresa proveedora de carne. Tuvimos que entregarles la plata y confiar en que nos entregarían la mercadería. Por suerte la trajeron, pero en los primeros meses nadie nos quería vender con ningún plazo. Si no estaba la plata, no había. Tuvimos la ayuda del Ministerio de Trabajo, que nos apoyó con un fondo que, en realidad, es el Plan de Pago Unico. Todo lo que le correspondía a cada trabajador por los ocho meses lo juntan, te lo dan, pero para invertirlo en la empresa. Entonces, juntamos todos los fondos de desempleo y nos empezamos a abrir camino. Ya teníamos como para pagar y para que nos trajeran la mercadería. Lentamente nos fueron dando un poco más de confianza; fuimos demostrando que podíamos pagar y seguir adelante, sin perjudicar a nadie. Como no es un rubro tan grande, la mayoría de las empresas a las que les compramos están afectadas por la administración de los antiguos dueños. 

¿Qué aceptación tienen los productos Torgelón en el mercado? 

   Por suerte es una marca muy conocida, ya instalada. Es una fábrica que arrancó en 1923. O sea que tiene muchos años de experiencia y de trabajar con productos de calidad. A eso vamos, a trabajar productos sanos y de calidad. Que un jamón cocido sea un jamón cocido y no otra cosa. Trabajamos en eso y lentamente vamos recuperando clientela. Si bien nos faltan cumplimentar una serie de aspectos legales para llegar a las cadenas de supermercados, estamos recuperando la venta en la ciudad de Buenos Aires y en algunas provincias como Tierra del Fuego, Chaco y Santa Cruz. Si bien son clientes puntuales, estamos abarcando un abanico que no estaba atendido. 

¿Qué productos elaboran? 

   Jamón crudo, con hueso, serrano y tipo parma. También fiambres cocidos, paleta, lomo natural, longanizas, salamines, bondiolas y pancetas ahumadas.

¿Qué balance hacen del presente y de qué manera encaran el futuro? 

   Estamos terminando bien el año (2010). En el mes de noviembre se dictó la expropiación del frigorífico a nombre de la cooperativa, (con la intervención de) el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, que nos da un marco más seguro de continuidad. Si bien podés entablar conversaciones para comercializar, si no tenés una continuidad en el tiempo, nadie te puede asegurar la compra. La ley de expropiación dictada nos da un marco de estabilidad, por lo menos edilicio. Estamos pensando en largar nuevos productos. Tenemos una segunda marca para lugares específicos. Eso apunta a ampliar el ámbito comercial. 

   La Cooperativa de Trabajo Torgelón está ubicada en Avda. Donato Alvarez 1152, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Su teléfono es (011) 4581-1509 y su sitio de Internet, www.fiambrestorgelon.com.ar

Entrevista realizada por José Yapor

“El Bauen tiene otra historia a partir de nuestra llegada”

“No nos asusta este mercado que rige las normas, que es el capitalismo. Somos capaces de crear cosas alternativas”, aseguró Marcelo Ruarte, integrante de la cooperativa que gestiona el hotel recuperado por los trabajadores


Marcelo Ruarte, integrante de la cooperativa de trabajadores del Bauen, definió al proceso de recuperación del hotel porteño como parte de “un proceso que enmarca no solamente al Bauen” y explicó que si bien “el furor de las empresas recuperadas nace después del derrocamiento de De la Rúa, ya se venían recuperando algunas empresas y eran aquellas que se habían hecho con plata del Estado y que luego el patrón dejaba, con un derrotero de deudas”.
Ruarte denunció que “en el caso del Bauen, hay dos hoteles más hechos por el patrón nuestro, pero el dinero con el que se hizo el hotel nunca se devolvió” y en tal sentido enfatizó que se trató de “un hotel con características estratégicas, que fue parte de un dinero manchado con sangre –decimos nosotros-, porque fue creado para el Mundial ’78. Todos sabemos por qué el Mundial se hizo acá y qué se escondía detrás de ese evento tan grande, ¿no? El Bauen jugó un rol importante, porque nuestro patrón conformó un lobby de cinco personas, cuatro militares y un civil. El civil era nuestro patrón y la línea de crédito salió del Banco Nación, a través del Banco Nacional de Desarrollo (Banade), con intereses blandos. Amén de eso, no importaba lo blando que fuera, porque nunca se pagó nada”, reiteró.
En un encuentro que tuvo lugar en las instalaciones del hotel -ubicado en las inmediaciones de Corrientes y Callao-, Marcelo Ruarte contó a “La locomotora” cómo se fue dando el proceso de recuperación, a partir del vaciamiento realizado por el grupo propietario.

¿Cómo se inició el proceso de recuperación del Bauen?

Al 28 de diciembre de 2001, cuando cierra el hotel, ya veníamos viviendo procesos donde se venía sufriendo achiques de personal, una precarización, con achiques en todos lados, obedeciendo a una política neoliberal que vivió la Argentina y todo el continente.

¿Cómo evaluás este fenómeno de empresas autogestionadas por trabajadores?

El proceso de las empresas recuperadas no solamente es reivindicativo, dignificante, a pesar de ser duro. Si bien el gobierno de ahora no es el de Videla ni el menemista, no nos da todavía la importancia que nos merecemos. Estamos hablando de 5 mil puestos de trabajo directo y otros indirectos. Todavía la Justicia sigue discutiendo la propiedad privada en un terreno, en una situación que no corresponde, porque este lugar dejó de ser propiedad privada y pasó a ser una unidad de producción tomada por los trabajadores. Entendemos que hay una legitimidad y así lo hacemos día a día. Haber acompañado a un patrón –en el caso mío 21 años-, al cierre del hotel en 2001, y cinco años más de cooperativa, nos da a nosotros la legitimidad que no tiene nada que ver con la legalidad. Amparándonos en la Constitución, más allá de nuestro argumento de demostrar en el día a día que somos capaces de llevar adelante una empresa, nos montamos en el derecho al trabajo. A la propiedad privada la defiende el juez y nosotros -150 familias-, desde el Bauen decimos el derecho al trabajo, como marca la Constitución.

¿Se están produciendo casos nuevos?

Ayer estuvimos con unos compañeros de una gráfica de Parque Patricios, 90 familias, que venían trabajando doce horas y de un día para el otro, el 28 de noviembre, cuando volvieron luego del fin de semana encontraron un cartel que les indicaba que la empresa no trabajaba más. Se reflota lo que venía pasando en el 2000 y 2001. Les fuimos a dar fuerzas y a decirles que tienen que constituirse en cooperativa, porque enmarcados en la legalidad los posicionará mejor en la discusión. No hay que abandonar ni salir de ahí, porque empiezan los vaciamientos, la clásica. La Ley de Quiebras es la que implementó la dictadura y mejoró el menemismo. Sigue tan vigente que un patrón, aún siendo lo corruptos que son, tiene la legalidad de cerrarla por improductiva. Lo de 2000 y 2001 se vuelve a reflotar con esta crisis que nos quieren imponer de afuera. Me parece que estamos en condiciones de no caer en esa encrucijada. Ojalá así lo entiendan los políticos, se dejen de romper las pelotas y nos dejen trabajar en plenitud y en libertad.

¿Cuál es el reclamo más fuerte del sector?

Le pedimos al Estado que ejecute esos créditos y tome posesión de estos lugares, porque el mayor acreedor en el Bauen y en las 200 y pico de empresas es el Estado (nacional) o los gobiernos provinciales. Debe ejecutar esos créditos, tomar posesión y darnos un comodato de 10 o 20 años siempre que seamos cooperativa. Hoy la justicia nos sigue acosando y acorralando con este tema del desalojo. Se están juntando otras cosas. Me parece que no hay opción, porque hoy nadie puede quedar en la calle. Después de habernos ganado este prestigio, somos merecedores de seguir predicando esta filosofía distinta, con un pensamiento colectivo y tan necesario, de reflotar los valores éticos en una sociedad a la que le falta el respeto, la transparencia, la honestidad. En estos procesos el trabajador lo pone de manifiesto. En el caso de las empresas recuperadas, no se trata sólo de recuperarlas y hacerlas medianamente sustentables, sino que hay un abanico de posibilidades para incursionar en lo cultural y lo social, para que también impermeabilice la proyección nuestra como trabajadores. Porque si no, perdemos los orígenes, los estribos, y somos los seudo empresarios del futuro.

¿Cómo está funcionando la cooperativa?

En lo estructural no dejamos de ser una empresa. Como nos toca un rubro complejo, en el sentido que el producto que vendemos no es tangible, somos muy cautos. Si bien no tenemos experiencia empresarial, sí conocemos el paño. La gestión interna está bien. Reflotamos las jefaturas, tenemos una presidenta, un tesorero, un síndico y dos vocales titulares. Cada jefatura tiene su responsable, que una vez por semana rinde detalles de su función. Así vamos sistematizando una costumbre que tenía el patrón, pero que es necesaria, vital, en semejante mole. No queremos competir. Hay cosas que hemos aprendido en el tiempo y no nos quita el sueño el hecho de reposicionar al Bauen a lo que fue. El Bauen tiene otra historia a partir de la llegada de nosotros. Tenemos que respetar una mística, una lucha y consolidar un producto hecho a la imagen y semejanza nuestra, sin descuidar los detalles. Que cuando vos vayas a una habitación esté pulcra, las sábanas limpias, el baño totalmente aseado y la carpintería tenga lo que tiene que tener. Ojalá que esto no se trunque. Tenemos un montón de proyectos en nuestras mentes y si el Estado nos acompañara a regularizar nuestra situación, no sería tan insalubre el día a día de estas empresas. Porque no solamente tenés que ocuparte de la gestión, sino de la política, de estar en contacto permanente y apoyar el proyecto que tenemos en el Congreso de la Nación para que de una vez por todas se tranquilice todo y podamos trabajar plenamente.

¿Cuáles son los alcances del proyecto de expropiación?

El proyecto de expropiación del Bauen es un disparador para todas las empresas. Hay empresas que están enmarcadas en utilidad pública pero por dos o tres años. En el caso del Gobierno de la Ciudad, hay como tres empresas a las que Macri logró darles una prórroga. No hay presupuesto para las empresas recuperadas, pero de alguna manera alivia más el tiempo para llevar adelante la gestión de cada una de esas empresas. Tenemos una federación, que la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados (Facta), que junto a otras federaciones de cooperativas tradicionales vamos buscando la unión para asistir a los compañeros del interior, porque no a todos los va bien. No nos asusta este mercado que rige las normas, que es el capitalismo. Somos capaces de crear cosas alternativas. No estaría demás decir ‘vendamos productos autogestionados’, porque somos 50 mil trabajadores y podemos crear un mercado con un precio justo, pero no un mercado de pobres para pobres sino una economía digna.

Entrevista realizada por José Yapor a fines de 2008, a poco de iniciarse el primer ciclo radial de “La locomotora”. En la actualidad, la modificación a la Ley de Quiebras tiene media sanción de la Cámara de Diputados y en las próximas semanas será tratada por el Senado.



La rica experiencia y los ricos sabores de La Argentina

Beatriz Jacob y Magali Torres contaron la historia y hablaron del presente y futuro de la cooperativa gastronómica del barrio de Balvanera


Todos los días, después de las 12, el local de la calle Azcuénaga se puebla de clientes que optan por una alternativa saludable y, a la vez, económica para el almuerzo.
La propuesta de la Cooperativa de Trabajo La Argentina incluye panificados, sándwiches, minutas, comidas rápidas, tortas y postres, elaborados con productos frescos y de buena calidad, sumados a la dedicación constante de su gente.
Las empresas recuperadas tienen historias comunes, pero a su vez cada una de ellas tiene sus propias particularidades y es eso lo que las transforma en experiencias apasionantes, donde conviven el espíritu de lucha, la actitud de resistencia ante la adversidad y esas ganas de seguir poniendo el cuerpo para que todo siga adelante, a pesar de los obstáculos que aparecen en el camino.
Primero Beatriz Jacob, tesorera, y luego su presidenta, Magali Torres, contaron a “La locomotora” de qué manera se fueron dando los hechos que condujeron a la gestión por parte de los propios trabajadores.

¿Cuáles fueron los hechos que marcaron el nacimiento de la cooperativa?

Beatriz: Nosotros comenzamos en el año 2003. Quedamos seis compañeros solos. Los dueños la abandonaron y entonces, por decisión de los seis, se resolvió conformar una cooperativa. Hicimos todos los trámites ante el Inaes y la Municipalidad, en el año 2004, nos dio la expropiación. Desde el 2004 la fuimos levantando de a poco y llegamos al año 2009 con veintidós integrantes. Acá no hay personal contratado; todos somos integrantes de la cooperativa y estos es prácticamente una familia, porque están los hijos de uno y los nietros del otro. Trabajamos en familia.

¿Cómo era la situación cuando se hicieron cargo?

Beatriz: Cuando lo tomamos no había gas, agua, luz ni teléfono. Nada. Estaban cortados todos los servicios. No había materia prima porque el anterior dueño había dejado esto vacío. Eramos tres varones y tres mujeres. Los varones se quedaban acá y las mujeres éramos las únicas que íbamos a nuestros domicilios. Empezamos con una mano atrás y otra adelante comprando un poquito de harina, con lo que teníamos, y con eso se empezó a elaborar pan y facturas. En Disco vendían dos paquetes de harina por el precio de uno y era por persona. Los vecinos y nosotros íbamos varias veces para poder juntar harina y hacer la materia prima. Los vecinos colaboraron ayudándonos y comprándonos mercadería. Así la fuimos levantando. Hoy no digo que es un monstruo, pero está evolucionando cada día más.
El comerciante mayorista nos traía mercadería si teníamos la plata. Si no, nada, porque el anterior dueño le había dejado deudas. Entonces, teníamos que juntar pesito a pesito y comprábamos la harina, la margarina y la grasa con la plata en la mano hasta que nos fueron conociendo. Acá se compra al contado.
Magalí: Trabajábamos con tubos de gas, que en ese tiempo costaban cien pesos, y nos duraban un día o un día y medio. Los hornos son grandísimos y se consumían rápido. Había días que trabajábamos solamente para el gas, hasta que pudimos poner el gas natural.

¿Cómo anda hoy la cooperativa?

Beatriz: Desde que se puso el rubro comidas, por idea de un integrante de la cooperativa que conoce el ramo, esto ha evolucionado muchísimo. Dentro de un rato, usted verá gente hasta en la calle. ¿Por qué? Porque los precios son accesibles, la comida se elabora todos los días y a las dos y media o tres de la tarde prácticamente no queda nada. Al otro día se vuelven a elaborar las ensaladas, las milanesas y todas las otras comidas.

¿Cuánto hace que trabaja acá?

Beatriz: Estoy desde el año ’90. Cuando ingresé éramos setenta y dos empleados en los cuatro turnos, porque acá se trabajaba las veinticuatro horas del día. Se trabajaba a full. Pero el dueño se enfermó y dejó a cargo al hijo y esto fue cayendo y cayendo, hasta que llegó el 2003 y me dijo: ‘Bueno, Beatriz, cierre’. La gente se fue yendo porque no se le pagaba. A nosotros nos debían un año y pico de sueldos. A mí me debían diez años de aportes jubilatorios, que nunca los habían hecho. Sólo seis decidimos quedarnos, porque si nos íbamos, ¿dónde íbamos a ir? Cerrábamos acá y perdíamos todo. Empezamos llevándonos tres pesos por día nada más que para viajar, para ir y venir. Así, comiendo una vez por día lo que cocinábamos acá, empezamos a trabajar. Se amasaba, se limpiaba, se hacía todo entre los seis.

¿Tienen proyectos para seguir creciendo?

Beatriz: Pusimos una barra y dentro de algunos días vamos a poner mesas, vamos a hacer una confitería, tanto como para ir cambiando e ir buscando nuevos caminos para que esto se mantenga. Esto tiene cincuenta metros de fondo y dos pisos. Es muy grande y hay mucho lugar desperdiciado, pero de a poco lo vamos a ir cubriendo para que vaya generando más fuentes de trabajo.
Magalí: Tenemos muchos proyectos para el año que viene y pensamos que se van a dar. Tenemos muchas esperanzas, mucha fe para seguir trabajando. Podemos llegar a ser cuarenta personas, porque esto da para eso.

¿Con qué espíritu enfrentan el año que se avecina (2010)?

Beatriz: Con muchas esperanzas de que en el año 2010 seamos treinta o cuarenta y esto sea más grande de lo que es.

¿Qué significa para vos esta posibilidad de estar al frente de una cooperativa de trabajo?

Magalí: Es una experiencia muy linda la que tenemos. Es mucha la responsabilidad de estar al frente de un negocio como este, porque son muchas familias que dependemos de esto. Lo tomo como algo propio que tengo que hacer, así me toque quedarme todo el día en la panadería. Lo tomo como una responsabilidad única que tengo, porque sé que mis compañeros dependen de mi esfuerzo y trato de hacerlo lo mejor posible. La verdad que me gusta; estoy muy feliz de estar con ellos, de saber que soy un pilar para ellos, porque todos se apoyan en mí.

¿Pertenecen a algún movimiento de empresas recuperadas?

Magalí: Cuando comenzamos nos apoyó mucho el Movimiento de Empresas Recuperadas, pero después se abrió. En ese momento estaba el doctor (Diego) Kravetz, que hoy es legislador. Era el abogado de la cooperativa. Después que se desarmó el movimiento seguimos solitos caminando. En su momento fue una gran ayuda para nosotros, pero después el doctor se dedicó a lo suyo y nosotros seguimos solitos. Igual siempre estamos en contacto. Cuando tenemos un problema, lo llamamos al doctor Kravetz y tratamos de solucionarlo.

¿Reciben apoyo estatal?

Magalí: Del Ministerio de Trabajo nos están dando un subsidio que cobramos mensualmente. Ahora tenemos proyectados otros subsidios que da el Estado. Otra cosa no recibimos. Todo es a base de trabajo. Nosotros estamos siempre al pie del cañón y vamos a seguir estando, porque tenemos muchos proyectos con la panadería.
Autor: José Yapor

Sentimiento: una mutual que resiste al desalojo

La Mutual Sentimiento, institución con sede en la Estación Federico Lacroze, corre riesgo de quedarse sin la posesión del edificio que ocupa desde hace una década. Cristian Greco, integrante del consejo directivo, destacó que brinda “trabajo directo e indirecto a 400 familias” y reclamó una urgente solución a las autoridades nacionales

¿Qué es la Mutual Sentimiento?

Es una mutual con más de 10 mil socios y tiene sedes en el exterior montadas por gente que ha estado exiliada durante la dictadura. Cuando se privatizaron y desactivaron los ferrocarriles, en los ’90, este edificio quedó abandonado y así estuvo durante 10 años, hasta que el Onabe lo cedió a la Asociación Mutual Sentimiento. Desde ahí hasta ahora acá funciona una farmacia, un galpón de productos sin agrotóxicos, una radio, un canal de televisión que se está lanzando (Faro TV) y se podrá ver por internet, un centro de salud mental, el último trueque que queda dando vueltas en la ciudad, se hacen peñas folclóricas todos los domingos y funcionan talleres de telar y producción de velas. En el sexto piso se dan clases de trapecio, de clown y distintas expresiones artísticas. Es un edificio con mucha vida en el barrio y mucha inserción en lo que es el territorio de la Capital.

¿Cómo surgió el proyecto de formar una mutual?

La Mutual Sentimiento se funda en el año ’99 por un grupo de ex presos políticos de la dictadura que, insertándose en la vida civil y sin abandonar las reivindicaciones de ’70, deciden formar una asociación civil que pudiera brindar salud, educación y otras banderas que ellos reivindicaban. Luego de la experiencia de los ’70 decidieron continuar la lucha política desde las Ong que construyen civilidad todos los días.

¿Qué posición tienen frente al proyecto kirchnerista?

Este es un espacio muy plural, con una gran diversidad de componentes. Hay algunos que creemos que este es un proceso que hay que sostener y otros creen que es una etapa agotada y en el 2011 se verá quién es el que viene. Ninguno de los socios de esta mutual cree que este gobierno se tiene que ir un día antes del término de su mandato.

¿Existe un reposicionamiento de la derecha?

Hay un posicionamiento de la derecha que es preocupante, incluso dentro del mismo gobierno. Vos fijate que ahora estamos en un conflicto por este edificio, donde una parte del gobierno es parte de este conflicto. Ellos han incumplido una y mil veces los marcos de negociación que teníamos para sostener el edificio. Estamos sin el contrato que veníamos sosteniendo gobierno tras gobierno, desde hace 10 años, y ahora estamos peleando para que nos firmen el contrato.

¿Cómo se originó este conflicto?

Cuando en el 2008 desaparece el Onabe, en el 2009 aparece una empresa que se llama Adif Sociedad del Estado, que viene a administrar algunos bienes que vienen del Onabe. Este edificio pasó a esa Administración, que es Juan Pablo Schiavi, que es …… Zamora, que es gente de La Fraternidad. Vinieron a reclamar un edificio que ellos entregaron, porque La Fraternidad es uno de los gremios que vaciaron y entregaron el ferrocarril durantes los ’90, gracias a lo cual se pudo privatizar y de más de 40 mil kilómetros de vías pasamos a 10 mil.

Semanas atrás manifestaron desnudos y la policía los reprimió…

Una locura de parte de la Policía, porque eran desnudos artísticos. La consigna era “ya que nos quieren dejar en bolas, nos ponemos en bolas nosotros”. Fue desmedida la represión que hubo, 40 compañeros detenidos… Una locura bajo cualquier punto de vista, porque no estábamos cortando calles, no estábamos ensuciando monumentos, no estábamos haciendo nada más que expresar nuestra necesidad de mantener nuestra fuente de trabajo a partir de lo que el edificio genera.

¿Han involucrado a otras áreas del Estado en esta discusión?

Hemos ido a hablar con todos. Al Inaes, que estuvo intercediendo, le han desconocido su rol de Secretaría de Estado. El Ministerio de Desarrollo Social también intercedió. Pero este señor, Juan Pablo Schiavi, se negó una y otra vez a recibir al presidente del Inaes, que tiene rango de secretario de Estado. Cuando vos preguntabas recién qué lectura hacemos del gobierno, decimos que no es claro, porque entre ellos mismos se ningunean, se desconocen y estas son las consecuencias. Hoy 400 familias que tienen trabajo directo e indirecto en este edificio corren riesgo de quedarse sin su fuente de trabajo por una decisión arbitraria que sólo persigue fines económicos, porque para lo único que quieren este edificio es para hacer negocios, no para otra cosa.

¿Aceptarían trasladarse a otro lugar como parte de una negociación?

Estamos desde hace diez años en este barrio y somos plenamente reconocidos por todas las entidades del barrio. El barrio en sí tiene un ida y vuelta con la Mutual Sentimiento, y no nos serviría otro lugar ni el galpón ni la farmacia. Esto es así.

Entrevista: José Yapor



“Trabajamos para nosotros y hemos crecido”

Luis Peralta, presidente de la Cooperativa El General, destacó el éxito de la propuesta del restaurante temático ubicado en las puertas de San Telmo

 

   La Cooperativa El General es un emprendimiento creado por los trabajadores de un restaurante temático que resistieron al flagelo de la desocupación, ante un cierre que parecía inevitable. 

Por mandato de sus compañeros, Luis Peralta está al frente de esta experiencia de trabajo autogestionado, una de las más recientes de este sector que con dignidad lucha por mantener el empleo, crecer y desarrollarse.

   El local ubicado en Belgrano 350 -a pocas cuadras de Plaza de Mayo y en las puertas de San Telmo-, luce ambientado con la clásica iconografía del primer peronismo, que incluye fotos de Perón y Evita, símbolos partidarios, publicaciones de la época, discos, ceniceros, gorros, banderas y la inmortalizada imagen de “las patas en la fuente” de aquel histórico 17. 

¿Qué es la Cooperativa El General?

   Es un restaurante temático-cultural de Perón, que relata todo lo que fue la presidencia de Perón del ’45 al ’55, con todas las obras que ha hecho, todos los logros, los acontecimientos de esa época.

¿Cómo se inició el proceso de recuperación?

   Data de más de un año y medio atrás cuando, acá a doscientos metros –Belgrano 561-, era privada. Se utilizaba el restaurante para reuniones políticas y no como un emprendimiento gastronómico empresario. Se endeudó, no lo pudieron sostener y nosotros lo empezamos a sostener a partir de que ellos lo abandonaron. Recurrimos a todos los medios para tratar de mantenerlo abierto y tuvimos que constituir una cooperativa de trabajo. La gente del Inaes y Desarrollo Social, fue la que nos ayudó, nos capacitó y nos ha dejado en este momento como estamos. Alquilamos este local, lo refaccionamos con los compañeros e inauguramos un nuevo restaurante El General. Hace cuatro meses que estamos en el nuevo local y como cooperativa tenemos un año.

¿Qué evaluación hacen de la autogestión?

   Esto es un avance, una nueva propuesta. Somos más dueños de la casa, estamos en todos lados y no tenemos horarios. Nuestras familias están con nosotros; no están ayudando. Esto es otra cosa. Trabajamos para nosotros y hemos crecido en una magnitud tal que tuvimos que integrar a diez personas más a la flota. Ahora somos diecisiete.

A nivel gastronómico, ¿cuáles son las especialidades de El General?

   Acá tenemos una muy buena carta de pastas, pescados, mariscos, comidas salseadas y tenemos una muy buena parrilla que la denominamos parrilla al parquet, por un dicho de aquellos años que era que le daban casas a los humildes y levantaban el parquet para hacer asado. Pero tenemos un plato típico que es nuestro, que es el papel de papas.

Eso del parquet era una chicana de cierta clase media urbana que no se bancaba que el trabajador tuviera acceso a una vivienda digna…

Eso es verdad. Entonces acá reflotamos esa chicana dando una muy buena parrilla.

¿Cómo se llevan entre ustedes?

   Tenemos una relación de trabajo, seria y organizada, con sus tiempos, su dedicación y pautas necesarias. Cuando terminamos la jornada de trabajo nos dedicamos a ser compañeros y dueños de la cooperativa.

Hablando de la organización, justamente el general Perón decía que “la organización vence al tiempo”. ¿Lo leen a Perón?

   Sí, sí, esto es todo Perón. Nos hemos organizado y acá estamos para sostener las fuentes de trabajo y salvar este restaurante, el trabajo, los compañeros, la dignidad, la familia es todo.

¿Cómo califican la respuesta del público?

   Entramos a un mercado muy competitivo. Entramos como trabajadores, no como empresarios. Pero bien, la gente nos acepta, lo hacemos a pulmón, los muchachos están contentos, no tenemos horarios ni limitaciones y el pulmón y la fuerza es lo que nos interesa. Primero se cubren todas las necesidades básicas para el funcionamiento. Es importante que esto tenga funcionamiento, porque es para todos, y las ganancias son para todos los asociados por igual.

¿Cuál es la estrategia para seguir creciendo?

   Estamos apostando a que la gente reconozca la parte cultural que tenemos acá. Estamos de nuevo ante una apuesta: captar al turismo del interior que viene a Buenos Aires y estamos en la puerta de entrada a San Telmo. Estamos muy bien posicionados, en una muy buena esquina y en un muy buen local. Tenemos un gran apoyo de mucha militancia y muchos políticos, que quieren reunirse acá y se reúnen para recibir un buen servicio gastronómico. Apostamos a seguir creciendo, a seguir estables, no fracasar como fracasaron las personas que antes estuvieron, incorporar más compañeros, crecer, consolidarnos en el mercado e ir para adelante.

Autor: José Yapor