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La locomotora del oeste

“Son ustedes los que tienen que inventar lo que viene”

La militancia kirchnerista de la Comuna 12 porteña agasajó al cura tercermunidista Domingo Bresci, por sus 50 años de vida sacerdotal. “Me siento todos los días sumamente gratificado por vivir este momento que estamos viviendo”, aseguró Domingo.

   El miércoles 5 de diciembre, agrupaciones kirchneristas de la Comuna 12 agasajaron al sacerdote tercermundista Domingo Bresci, quien acaba de cumplir 50 años de su ordenación. El encuentro se realizó en un ámbito estrechamente relacionado con la historia y las conquistas del movimiento nacional y popular: la Parroquia San Juan Bautista El Precursor, del barrio Presidente Saavedra, construido por la Fundación Eva Perón. Cabe destacar que en esa iglesia cumplió funciones pastorales el padre Hernán Benítez, confesor de la “Abanderada de los Humildes”.  

   En un gesto de agradecimiento a la militancia, Domingo destacó que “esta es la casa de ustedes, para lo que quieran y necesiten. Es uno de los más grandes regalos. Es un reconocimiento muy generoso a todo un grupo de curas, que no fueron pocos y asumieron este mismo compromiso de acompañar al pueblo en sus luchas por la liberación, por la justicia, por la igualdad y por el protagonismo de los pobres”.

   El religioso expresó su alegría por “saber que aparece gente nueva, gente joven, con los mismos ideales y entuasiamo con los que uno vivió. Quizás ustedes, los más jóvenes, vivan cuando sean más grandes esa expectativa de decir ‘qué va a pasar con todo lo que hice’. Hoy yo me siento todos los días sumamente gratificado por vivir este momento que estamos viviendo, porque en verdad pensábamos que nunca más se iba a dar. La generación a la que pertenezco es la del ’60; soy sesentista, porque en verdad mi vocación por la militancia social y política desde la vida religiosa comenzó en los ’60”, aclaró.

   Los pasajes más importantes desu mensaje fueron los siguientes:

   “Con la dictadura pareció que todo lo que habíamos estado viviendo se terminaba. Ustedes, por suerte, no tienen esa sensación. Néstor y Cristina un poco lo transmiten, pero ellos son más jóvenes que yo. Vivieron un enganche con la generación del ’60. Pueden ser los Kunkel, Cacho El Kadri –amigazo- o los Taiana. Tipos que en los ’60 fuimos descubriendo, preparando y respondiendo al mundo que nos tocaba vivir. Es una satisfacción enorme saber que hay una continuidad, que no se terminó todo con nosotros”.

   “En la invitación que le llegó por distintos medios a la gente, yo puse ‘cincuenta años de sacerdote gracias a ustedes’. Ahora tendría que decir ‘a ustedes también’, porque cada grupo, en cada momento, me fue formando y estimulando para ir descubriendo qué era ser sacerdote. Una cosa es cómo uno lo estudia en los libros, por lo que dice la Teología, y otra es cómo vos lo asumís personalmente, con otros y en un tiempo determinado. Nosotros tratamos de comprender los tiempos que vivíamos y por eso es el ‘gracias a ustedes’.

   “Muchas veces me preguntan: ‘Pensar como usted piensa… ¿cómo no se fue de la Iglesia?’. Pregunta lógica. O… ‘¿cómo aguantó 50 años?’, porque es difícil aguantar nada 50 años y de casado ni te digo (risas). Olvídate. Yo valoro esa constancia, esa continuidad. Yo estuve abierto y atento. Esas fueron dos cosas que me ayudaron mucho. No me achanché, no me aburguesé, no me cansé, no bajé la guardia y me mantuve lo más coherente posible en cada circunstancia que me tocó vivir. Una militancia multiforme, diversa, de todos los ámbitos. De eso me siento agradecido. En un grupo que se llama La mesa de los sueños, somos cinco los que participamos: uno fue del PC, otro es socialista, otro era de otro socialismo y hace 20 años que nos reunimos. Ahora, por razones de sanatorio nos reunimos menos, porque siempre tenemos que hacernos algún estudio. Nos queremos muchísimo y estuvieron todos en la misa. Le pusimos La mesa de los sueños porque eran sueños que cada uno tenía desde donde venía y los pusimos en común. Nos llevamos fantástico; es un grupo de reflexión política donde se puede profundizar en todas estas cuestiones de ideología. Al marxismo lo agarramos de arriba para abajo y ahora somos todos peronistas. Eramos kirchneristas y ahora somos cristinistas” (risas y aplausos).

Historia de lucha

   Refiriéndose a la lucha del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, Domingo explicó:  “Lo nuestro fue una movida permanente de acciones, de compartir todos los frentes de lucha. Donde había un reclamo, ahí estábamos. Una de las cosas que rescato es que desde el campo popular hemos hecho un aprendizaje sobre los grandes temas que nos movilizan. En los ’60 y ’70 el gran tema era la revolución, la revolución ya, ahora, como sea. Hoy tenemos que repensarlo. Queremos ser revolucionarios, transformar la realidad apuntando a una mayor justicia y protagonismo de los pueblos. Evidentemente, la caracterización de lo que era la revolución la tenemos que reformular, rehacer. A veces uno escucha que si no se puede hacer esa revolución, se acabó la revolución. Lo que sirve es compartir este aprendizaje, aquello que uno puede decir que aprendió, que escuchó. Si nos ponemos a repasar, todos los temas profundos sociales, políticos y culturales los hemos tratado, los hemos abordado”.

   “Nosotros podemos ser un punto de partida, pero son ustedes los que tienen que inventar lo que viene, teniendo en cuenta lo que se vivió, lo que pasó. Cuando éramos jóvenes creíamos que no éramos nada y, sin embargo, algo pusimos y ustedes van a poner algo. Entonces, surge esta idea de una mirada larga de la historia, como una cuestión de base”.

   “No sé cómo me invitaron a un grupo de reflexión, que se reúne -aunque no pertenece exactamente- en la Universidad Católica. Dos preguntas: por qué nosotros apoyábamos la lucha armada y, al final, casi me muero porque eran católicos los que lo decían, por qué hablamos tanto de los pobres. Puedo sacar el Antiguo y el Nuevo Testamento para fundamentarles por qué no se puede hablar de otra cosa como bloque suscripto desde los pobres. Y una tipa me dijo lo que escuchamos, viste… ‘pero… ¿y los de la clase media?’. Es terrible, pero estas preguntas que hacen a esta reinterperetación o reelaboración de la historia, son fantásticas, porque es riquísimo esto. Nada está terminado, nada está acabado y está todo por hacerse. Ese es otro aprendizaje que yo hice: que las cosas se van haciendo al andar. Desde mi experiencia, ¿cómo lo logré?: siempre estando junto con otros. No hay otro camino de descubrir y de hacer si no es con otros, pensándolo y haciéndolo con otros. Hay que pensar mucho este tema del sujeto colectivo. Un ejemplo muy particular es este de los curas. Fue un hecho inédito en la historia social argentina”.

“Donde estaba la gente”

   “Ahora hay montones de estudiantes de sociología que estudian el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, no sólo como fenómeno religioso sino como fenómeno social. Cómo se produjo en la Argentina, porque aquí fue particular que cuatrocientos sacerdotes de cuatro mil conformaran un bloque de pensamiento, de acción, y se plantaran frente a la jerarquía eclesiástica y civil y discutieran todo ampliamente en encuentros regionales y nacionales. Salíamos todos los días en todos los diarios porque donde había un lío, ahí estaban los curas. Pero detrás de esa palabra lío hay mucho: desde el conflicto en El Chocón hasta los ingenios en Tucumán, los hacheros de Santa Fe, los universitarios de Buenos Aires y los colegios del noreste. Ese fue un descubrimiento y una práctica: estar donde estaba la gente peleando por sus derechos. Es bueno citar la frase ‘donde hay una necesidad hay un derecho’. Desde la perspectiva cristiana es elemental; hay todo un temario en la Doctrina Social de la Iglesia, que no es usado o es tapado. Pero esto es básico, entonces nosotros actuamos en ese momento en que estaban clausurados otros canales. ¿Por qué surge el movimiento? Un poco por el impulso de los curas, que junto con otra gente de esa generación descubrimos un mundo nuevo y un deseo de cambiar ese mundo viejo en el que vivíamos, con todas las características que le dábamos. Nos preguntábamos por qué existen pobres, por qué hay diferencias y unos países están sobre otros. Preguntas básicas que uno se hace y encontramos que muchos otros grupos se planteaban lo mismo. Allá fuimos y ahí nos juntamos. En un pueblito era con los maestros y en Córdoba con los trabajadores de las fábricas automotrices”.

   “Fue muy interesante, porque nos acercamos a los movimientos sociales y los movimientos nos aceptaron y nos tomaron como parte de ellos. No había ningún paternalismo. Siempre queríamos acompañar. A veces elegían a los curas para que encabezaran cosas. Los curas no querían ser delegados de fábricas, pero a veces los compañeros decían ‘tenés que ser vos’ y terminabas aceptando. Todo lo revisábamos, lo planteábamos y no se hacía nada porque sí. En ese momento -en la dictadura de Ongañía-, donde estaban cerrados el Congreso, los sindicatos y las universidades, los voceros naturales de la sociedad estaban apagados. Aprovechando esa coyuntura, esta vocación y este impulso, aparece este grupo de curas. Eran los únicos que hablaban, los únicos que se animaban y los únicos a los que hasta ese momento no les hacían nada. Soy un vicioso de los recortes y, si recorren cualquier diario de la época, van a ver que aparecemos todos los días en alguna cosa. Un grupo de curas, en algún lugar del país, estaba haciendo algún despelote. Eso nos identificó, nos enriqueció y nos hizo descubrir para qué éramos curas. Nosotros nos metimos para ser curas como era ser curas en aquella época. No era tan troglodita como en los ’40, pero recién desde el ’62 al ’65 con el Concilio Vaticano II todas estas cosas se discuten. Los 400 sacerdotes más otros simpatizantes empezaron a revisar lo que habían estudiado y las prácticas sacerdotales que habían tenido, todas buenas y legítimas, que la gente pedía, pero todas mirando hacia adentro de la Iglesia. El crecimiento interno era un objetivo, que la Iglesia tuviera más gente y más peso. Nuestro surgimiento rompe totalmente con eso; fue un despertar fantástico. Todos los curas fueron reinventando su sacerdocio”.

Costo justo

   “Para mi todo es pastoral, todo es social y todo es político. Está todo junto. Otro tema para repensar es el de las dicotomías, propias de fechas anterioriores al ’60. La fe va por un lado y la política por otro o los movimientos sociales por un lado y los partidos políticos por otro. No sabían qué hacer con nosotros; ¿qué éramos?: políticos, dirigentes sociales, curas revolucionarios, revolucionarios de qué… Este es otro aprendizaje, que nos hizo muy bien para descubrir que la vocación sacerdotal era muy amplia y no importaba si, por alguna razón, un sacerdote dejaba el ministerio y otro se quedaba. Si era mejor el que se iba que el que se quedaba o al revés. No, son distintas formas de continuar con la misma vocación. La mayoría de los curas que dejaron el ministerio sacerdotal continuó militando en los campos donde estaban o en los que fueron apareciendo. Ninguno, excepto muy poquitos, se dedicaron a hacer plata. Fueron a  vivir a barrios humildes y siguieron trabajando, sin el peso que ellos sentían de la estructura eclesiástica, que es repesada. Yo logré esquivar de algún modo y evitar que esa estructura me demoliera. Los que fuimos curas del movimiento pagamos un costo justo. Fuimos separados de toda posibilidad de ascenso eclesiástico, pero como nadie lo quería… ‘No vas a ser obispo’ y ¿quién dijo que yo quiero ser obispo? (risas), que a mi eso me satisfaga más que estar con ustedes hoy. Todos los curas nos sentimos super agradecidos a los que acompañamos y nos acompañaron. Por eso ese gracias a ustedes”.

Relación con el peronismo

   Como broche de oro de su mensaje, el padre Domingo Bresci reflexionó sobre la relación que el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo tuvo con el peronismo: “Formamos parte de las cuestiones que se planteaban en esa época. Muchos de los curas del movimiento originalmente fueron antiperonistas. Es muy complejo interpretar el conflicto de la Iglesia con el peronismo. Digamos que muchas generaciones de católicos que se incorporaron a los procesos de cambio, después de lucha, venían del nacionalismo católico. Los compañeros montoneros eran todos nacionalistas católicos, de familias antiperonistas. La mayoría de los curas que pertenecíamos al movimiento éramos de clase media popular y, a los que estaban más vinculados a la Iglesia institución, les costaba mucho –como le hubiese costado a cualquiera- ser católico y peronista. Fue un conflicto de conciencia que se creó en los sectores populares. (Ayer) Como hoy, los sectores populares en su gran mayoría son religiosos. En aquel momento, no era el 70 y pico por ciento como ahora, sino el 95 por ciento. No sólo profesaba que era católico, sino que lo practicaba. Entonces, les costó mucho experimentar el confluicto con Perón y le creó ese problema de conciencia. Si soy peronista tengo que estar contra la Iglesia y si estoy con la Iglesia tengo que estar contra el peronismo. Pero esta clase media católica nacionalista sufrió ese cambio, esa transformación que se dio en los sectores medios de la Argentina en los ’60. En muy distintos ámbitos hubo una recuperación de lo nacional, por ejemplo, en las universidades con la aparición de las cátedras nacionales. Y, ahondando en eso, diciendo por dónde pasa lo nacional, como después vamos a decir por dónde pasan la revolución y el socialismo en la Argentina en términos concretos, todo va confluyendo para que se responda: ‘en Argentina todo eso pasa por el peronismo’, como el movimiento histórico de liberación en Argentina. En su momento se hablaba de los procesos de liberación, de descolonización y nosotros entramos en esa onda”. 

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