¿Qué significa profundizar el modelo?
Quienes nos identificamos con el proyecto político inaugurado aquel patriótico 25 de Mayo de 2003, hablamos de la necesidad de profundizar el modelo.
En sintonía con ello, metáforas mediante, decimos que florezcan mil flores, nunca menos, ni un paso atrás.
Pero, más allá de estas expresiones tan corrientes por estos días de un año electoral, es necesario reflexionar sobre sus significados.
Si recurrimos al diccionario, encontraremos que para la Real Academia Española profundizar significa hacer más profunda una cosa y examinar o penetrar en un tema para llegar a su perfecto conocimiento. Aunque esta última es la que más se ajusta al tema que tratamos, ambas definiciones son útiles. Profundo es, entre muchas otras acepciones, aquello que no se queda en la superficie, sino que va hasta lo íntimo u oculto de las cosas.
Si de política hablamos, modelo es el conjunto de pensamientos, proyectos y realizaciones que conforman un tipo determinado de sociedad. Así, tuvimos un modelo de desarrollo, crecimiento y justicia social con el primer peronismo y, como contrapartida, otro de desindustrialización, empobrecimiento y exclusión social, con las diversas variantes del neoliberalismo, desde 1955 hasta comienzos de los 2000.
Profundizar el modelo significa, entonces, avanzar sobre las cuestiones aún pendientes sin renunciar a los logros tan importantes que se han conseguido. Cabría aquí la metáfora sabatellista que proclama la necesidad de defender el piso para levantar el techo.
Un breve repaso por los logros, nos lleva a citar los juicios a los represores, la asignación universal por hijo, la entrega de computadoras a alumnos de escuelas secundarias, la política de desendeudamiento, la recuperación de los fondos jubilatorios, la ley de movilidad provisional, las reestatizaciones de Aerolíneas, el Correo y la empresa de aguas, el regreso de casi 800 científicos, la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, la reactivación del plan nuclear, la creación de 4 millones de puestos de trabajo, el otorgamiento de más de 2 millones de jubilaciones, la construcción de más de 1.000 escuelas, la finalización de Yacyreta, la inauguración de la Autopista Rosario-Córdoba, la interconexión eléctrica de la Patagonia, la construcción de nuevas usinas y un número importante de obras de infraestructura básica en todas las provincias. Cómo no mencionar las leyes de medios de comunicación audiovisuales y del matrimonio igualitario. Cómo no referirnos al proceso de integración iberoamericana, con el consiguiente fortalecimiento de instituciones como el Mercosur y la Unasur.
No es poco. No es todo.
Falta todavía incluir a los sectores que conforman el núcleo duro de la pobreza, aquellos donde hay hasta tres generaciones que no conocieron el trabajo.
Falta avanzar hacia un sistema impositivo progresivo, donde más paguen los sectores que más tienen.
Falta recuperar YPF para los argentinos, para que la petrolera fundada por Hipólito Yrigoyen y Enrique Mosconi vuelva a ser un vector de desarrollo económico y arraigo poblacional en el interior profundo.
Falta una ley de nacionalización de tierras, hoy en manos de multinacionales y magnates extranjeros.
Falta un programa de repoblamiento del interior del país, que ponga freno a un proceso crónico de migraciones hacia el área metropolitana.
Falta un auténtico programa de desarrollo ferroviario, que incluya la rehabilitación de ramales y la reapertura de talleres.
Falta la reforma agraria, aunque esto no sea del agrado de las patronales agropecuarias, para que tanto el latifundio como el minifundio dejen de ser problemas para la actividad productiva sustentable.
Falta hacer una profunda revisión de la explotación minera, que prohíba las actividades a cielo abierto y el uso de veneno.
Faltan programas de nutrición complementarios a las políticas sociales existentes, que garantices que nadie se quede sin comer en un país productor de alimentos.
Falta seguir avanzando en el combate del trabajo en negro, tremendo flagelo social, que condena a situaciones de semiexclusión a muchos argentinos.
Faltan viviendas para las familias que todavía no accedieron a los beneficios del Programa Federal.
Falta un seguro de salud que cubra las necesidades de toda la población, partiendo de la idea de gratuidad y con un fuerte acento en la prevención de enfermedades.
Podríamos seguir, pero esto nos da una idea aproximada de lo que significa profundizar el modelo en términos reales.
Es mucho lo que se hizo. Es mucho lo que aún falta.
La única garantía para seguir transitando este rumbo de crecimiento con inclusión social es el triunfo del proyecto nacional y popular en las elecciones de octubre próximo.
No aportarán ninguna solución aquellos candidatos y agrupaciones que , en los 90 y después, condujeron al país a un estado de total indefensión.
Autor: José Yapor
En sintonía con ello, metáforas mediante, decimos que florezcan mil flores, nunca menos, ni un paso atrás.
Pero, más allá de estas expresiones tan corrientes por estos días de un año electoral, es necesario reflexionar sobre sus significados.
Si recurrimos al diccionario, encontraremos que para la Real Academia Española profundizar significa hacer más profunda una cosa y examinar o penetrar en un tema para llegar a su perfecto conocimiento. Aunque esta última es la que más se ajusta al tema que tratamos, ambas definiciones son útiles. Profundo es, entre muchas otras acepciones, aquello que no se queda en la superficie, sino que va hasta lo íntimo u oculto de las cosas.
Si de política hablamos, modelo es el conjunto de pensamientos, proyectos y realizaciones que conforman un tipo determinado de sociedad. Así, tuvimos un modelo de desarrollo, crecimiento y justicia social con el primer peronismo y, como contrapartida, otro de desindustrialización, empobrecimiento y exclusión social, con las diversas variantes del neoliberalismo, desde 1955 hasta comienzos de los 2000.
Profundizar el modelo significa, entonces, avanzar sobre las cuestiones aún pendientes sin renunciar a los logros tan importantes que se han conseguido. Cabría aquí la metáfora sabatellista que proclama la necesidad de defender el piso para levantar el techo.
Un breve repaso por los logros, nos lleva a citar los juicios a los represores, la asignación universal por hijo, la entrega de computadoras a alumnos de escuelas secundarias, la política de desendeudamiento, la recuperación de los fondos jubilatorios, la ley de movilidad provisional, las reestatizaciones de Aerolíneas, el Correo y la empresa de aguas, el regreso de casi 800 científicos, la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, la reactivación del plan nuclear, la creación de 4 millones de puestos de trabajo, el otorgamiento de más de 2 millones de jubilaciones, la construcción de más de 1.000 escuelas, la finalización de Yacyreta, la inauguración de la Autopista Rosario-Córdoba, la interconexión eléctrica de la Patagonia, la construcción de nuevas usinas y un número importante de obras de infraestructura básica en todas las provincias. Cómo no mencionar las leyes de medios de comunicación audiovisuales y del matrimonio igualitario. Cómo no referirnos al proceso de integración iberoamericana, con el consiguiente fortalecimiento de instituciones como el Mercosur y la Unasur.
No es poco. No es todo.
Falta todavía incluir a los sectores que conforman el núcleo duro de la pobreza, aquellos donde hay hasta tres generaciones que no conocieron el trabajo.
Falta avanzar hacia un sistema impositivo progresivo, donde más paguen los sectores que más tienen.
Falta recuperar YPF para los argentinos, para que la petrolera fundada por Hipólito Yrigoyen y Enrique Mosconi vuelva a ser un vector de desarrollo económico y arraigo poblacional en el interior profundo.
Falta una ley de nacionalización de tierras, hoy en manos de multinacionales y magnates extranjeros.
Falta un programa de repoblamiento del interior del país, que ponga freno a un proceso crónico de migraciones hacia el área metropolitana.
Falta un auténtico programa de desarrollo ferroviario, que incluya la rehabilitación de ramales y la reapertura de talleres.
Falta la reforma agraria, aunque esto no sea del agrado de las patronales agropecuarias, para que tanto el latifundio como el minifundio dejen de ser problemas para la actividad productiva sustentable.
Falta hacer una profunda revisión de la explotación minera, que prohíba las actividades a cielo abierto y el uso de veneno.
Faltan programas de nutrición complementarios a las políticas sociales existentes, que garantices que nadie se quede sin comer en un país productor de alimentos.
Falta seguir avanzando en el combate del trabajo en negro, tremendo flagelo social, que condena a situaciones de semiexclusión a muchos argentinos.
Faltan viviendas para las familias que todavía no accedieron a los beneficios del Programa Federal.
Falta un seguro de salud que cubra las necesidades de toda la población, partiendo de la idea de gratuidad y con un fuerte acento en la prevención de enfermedades.
Podríamos seguir, pero esto nos da una idea aproximada de lo que significa profundizar el modelo en términos reales.
Es mucho lo que se hizo. Es mucho lo que aún falta.
La única garantía para seguir transitando este rumbo de crecimiento con inclusión social es el triunfo del proyecto nacional y popular en las elecciones de octubre próximo.
No aportarán ninguna solución aquellos candidatos y agrupaciones que , en los 90 y después, condujeron al país a un estado de total indefensión.
Autor: José Yapor
0 comentarios