El país de Cecilia y Braian
Cecilia Mendive es doctora en química. Obtuvo su título en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, en 2001, en medio de la crisis más profunda que recuerda el país en las últimas décadas. Ante la falta de horizontes, dos años después decidió emigrar a Alemania.
En 2009, la embajada argentina en Berlín le propuso a ella y otros científicos regresar al país. Un año después, Cecilia volvió y en la actualidad se desempeña en el Departamento de Química de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Su área de investigación es la fotónica, especialidad que podría reemplazar a la electrónica.
Braian Toledo es un joven de dieciocho años, nacido y criado en un hogar humilde de la localidad bonaerense de Marcos Paz. Es deportista especializado en lanzamiento de jabalina. En 2009, en Italia, participó en el Mundial organizado por la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, donde alcanzó el tercer puesto. En 2010, fue campeón olímpico en los Juegos de la Juventud, realizados en Singapur. Este joven talento, que comenzó a escribir su historia grande en los Torneos Evita, percibe una beca del Estado.
En estos días de campaña electoral, ambas historias trascendieron en las propagandas televisivas del oficialista Frente para la Victoria.
Allí, Cecilia asegura que “un país puede sufrir una fuga de cerebros, pero nunca una fuga de corazones” y Braian, por su parte, explica que aprendió de su madre que “si no te esforzás, es difícil lograr algo”.
Dos historias que hablan por sí solas de los profundos cambios que se produjeron en la Argentina a partir del 25 de Mayo de 2003. La primera, relacionada con la revalorización de la ciencia y la tecnología; la segunda, con el rescate de la cultura del trabajo, la inclusión social y el fomento del deporte. Ambas historias tienen un punto de convergencia fundamental: la recuperación del Estado -y de la política, claro- como herramientas insustituibles para la transformación de una sociedad.
En el campo de la ciencia, las políticas de Estado sostenidas a lo largo de estos años hoy muestran importantes resultados, como el retorno de más de ochocientos científicos, a través del Programa Raíces; la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva; el aumento presupuestario; la creación del Polo Tecnológico Constituyentes; la reactivación del Programa Nuclear con fines pacíficos; la reciente inauguración del Polo Científico de Palermo; el aumento en la cantidad de becarios e investigadores; la puesta en funcionamiento de la central Atucha II; el lanzamiento del satélite Sac D-Aquarius y la reapertura de la planta para enriquecer uranio en Pilcaniyeu (Río Negro).
En el campo del trabajo y la inclusión social, sobresalen la creación de más de cinco millones de empleos; la reapertura de las paritarias; el respaldo a las empresas recuperadas por sus trabajadores; la creación de cooperativas por el programa Argentina Trabaja; la Asignación Universal por Hijo; la Asignación Universal por Embarazo; el combate a la informalidad laboral; los múltiples planes de capacitación de mano de obra y la construcción de importantes obras de infraestructura básica: viviendas, agua potable, cloacas y pavimento.
La historia de Cecilia es común a la de cientos de colegas suyos que en estos años decidieron volver, pero al mismo tiempo un mensaje para tantos jóvenes que están por ingresar a las universidades o a punto de egresar de ellas, para quienes Ezeiza ya no es la única salida, sino, en todo caso, tan solo una opción entre muchas otras.
La historia de Braian es la de tantos pibes que, entre gambetas, pedaleadas o maratones, sueñan con ser campeones algún día en lo suyo. Tal vez lo sean (ojalá) o tal vez no, pero eso es accesorio. Lo principal es que crezcan bien alimentados, tengan acceso a la salud, puedan ir a la escuela, compitan sanamente y tengan posibilidades de proyectar sus vidas y realizarse en un país que los valora y protege.
Ambas historias invitan a pensar que todavía quedan muchos científicos por repatriar y muchos pibes por incluir, pero, a su vez, muestran un claro contraste con aquella Argentina que prescindía de la materia gris de sus investigadores y excluía a la mitad de la población.
En pocos días, esos dos modelos de país estarán frente a frente en las urnas y será el pueblo, una vez más, quien decida el rumbo de los próximos años. Un debate tan necesario como saludable, que también involucra las cuestiones locales. Es en este marco donde el electorado definirá qué Chivilcoy quiere para el futuro: si el de las grandes obras de infraestructura, las radicaciones industriales y el aumento de la oferta educativa; o el de las propuestas inconsistentes y la oposición por la oposición misma.
La historia reciente entregó una postal bien ilustrativa de este gran debate nacional entre dos modelos, al que hoy asiste nuestro pueblo: con diferencia de pocas horas, el mismo día en que la diputada duhaldista Graciela Camaño le propinó una trompada a su par kirchnerista Carlos Kunkel, la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, inauguraba la Universidad Nacional “Arturo Jauretche” en Florencio Varela, allí, en el sur profundo del conurbano bonaerense.
Pocas veces tan visible. Nunca tan claro.
Esta reflexión cobra una vigencia especial en nuestros días.
Autor: José Yapor
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