Vino, como todos, a buscar una situación mejor
Miguel Huebes, inmigrante del sur libanés, en el recuerdo de sus hijas Nélida Yolanda y Elba Regina
Procedente de Aalma, municipio del sur del Líbano, Miguel Huebes llegó a la Argentina en 1911, cuando era apenas un joven de dieciséis años. Del matrimonio que formó con Carmen Antogna nacieron ocho hijos: Miguel Angel, Abraham Ramón, Juana, Rosario, María Elena, Nélida Yolanda, Elsa Haydée y Elba Regina.
Los testimonios de Nélida Yolanda y Elba Regina ayudan a reconstruir la historia de una familia de hondo arraigo en la comunidad chivilcoyana, que involucra también a las localidades de Moquehua y Ramón Biaus.
“Mi papá nació el 29 de septiembre de 1895. Vino como todos los inmigrantes de aquella época: a buscar una situación mejor que la que tenían en sus países. A los trece o catorce años empezó con el fardito al hombro. Cuando se casó con mi mamá fueron a vivir a Moquehua y después pasaron a Ramón Biaus. Cuando fue haciendo una posición más o menos holgada, compró dos casas y se vinieron a vivir a Chivilcoy”, comienza su relato Nélida.
“Acá vivieron hasta el final de sus vidas –comenta-. Hicieron una familia, con ocho hijos, seis mujeres y dos varones. Así fue la historia de ellos: siempre trabajando. Tuvimos una tienda en la avenida Villarino y Saavedra, que se llamaba ‘Del Carmen’, y otra en Buenos Aires, que después se vendió. Cuando cerró la tienda de la Villarino, papá estaba haciendo los trámites para jubilarse. Fue allí cuando falleció”.
Recuerda Nélida que “teníamos como vecinos a otros miembros de la colectividad, como los Posik, Salomón y Aré. Estaban todos por esa zona”.
Describe a su padre como “un hombre muy callado, muy para adentro. Uno se daba cuenta por sus actitudes lo que sentía por sus hijos y su mujer. En todos los años de casados, nunca se los vio discutir. Fue un matrimonio muy bien llevado. Los hijos que quisieron estudiar, estudiaron, y los que no, estuvieron muy preparados para llevar una casa. Gracias a Dios y a ellos fuimos muy bien cuidados”, agradece.
“Usted se daba cuenta del amor que sentía por sus hijos, pero todo para adentro –insiste-. Si alguien se enfermaba, se sentaba al lado de la cama donde uno estaba enfermo y ahí se quedaba. Si uno viajaba a Buenos Aires, se paseaba en la vereda hasta que uno llegara. Era muy de cuidar a sus hijos”, recalca.
“Se escribía con un hermano, que del Líbano se fue a vivir a Australia. Después todo se cortó”, lamenta.
En relación con la actividad comercial que desarrolló Miguel Huebes, su hija cuenta que “cuando vinimos de Ramón Biaus, mi papá puso el negocio en la 25 de Mayo y después, cuando compró la casa, en Bolívar y Olavarría. De ahí nos fuimos a Buenos Aires, en la época del ’45, pero ni mi papá ni mi mamá se adaptaron. Cuando volvimos, como teníamos la casa alquilada, alquilamos en la Villarino, donde estuvimos hasta que él falleció”.
“En la tienda estaban él y mi mamá. Yo nací en Ramón Biaus y el resto de los hermanos, acá. Estuve en Biaus hasta los tres o cuatro años. Allá había un primo segundo de mi papá. Eran muy pocos de familia. Había, además, otro primo en Buenos Aires y una prima. Mis dos hermanos varones no tienen hijos varones; así que parece que el apellido por ahí se termina”, lamenta.
Nélida Yolanda se destaca en la preparación de comidas árabes, a tal punto que asegura que “cuando mis sobrinos quieren comer algo, vienen acá y les preparo el kebbe con el mortero. También preparo el repollo relleno, que antes también hacía con hojas de parra. También el yatro, con lentejas, cebollas y burgo candeal. Mi mamá le preparaba a mi papá el laben”, recuerda.
A modo de homenaje
Algunos meses antes de su imprevista partida, Elba Regina acercó sus propias vivencias sobre el pasado familiar. Contaba en aquellos primeros meses de 2011 que “yo siempre supe que mi papá, cuando llegó a la Argentina, tenía dieciséis años. También sabía que nació en el año 1895, pero de acuerdo a la partida de nacimiento que me llegó después, nació en el ‘96. O sea que en esa época los datos que se tenían no eran precisos; eran datos que daba Migraciones, que fabricaban ellos y no siempre reflejaban la realidad. Uno se enteró de eso después, cuando recibió documentos por algún motivo”.
“Mi papá vino con un primo que se llamaba Ramón y vivió en Ramón Biaus. Cuando mi padre vino a Chivilcoy, empezó a trabajar con su mochilita al hombro, como todos los libaneses o árabes, en el campo. Después, corriendo el tiempo trabajó muy bien, conoció a mi madre, que era italiana, y se casaron. Pusieron negocio, primero en Ramón Biaus, después en Chivilcoy y después en Buenos Aires. Con el tiempo, debido a todos los tumultos que había en los años ‘44 y ‘45, se volvió a Chivilcoy porque prefería estar más tranquilo. Volvió a Chivilcoy y puso negocio. Trabajó casi hasta que murió. La primera tienda la tuvo en Bolívar y Olavarría, que era nuestra casa paterna y después, cuando volvimos de Buenos Aires, fuimos a la avenida Villarino frente a la Escuela 4. Era cómico, porque teníamos a los Salomón enfrente, a un Posik a la cuadra y a otro Posik en la otra cuadra. O sea que estaba toda la colectividad en término de tres o cuatro cuadras. Ahí estuvo hasta que falleció”.
Por su condición de hermana menor, Elba Regina recordaba que don Miguel solía decirle con cariño que era “la borra de la familia”.
El negocio
En aquella cálida conversación, que transcurrió en el local de la Mercería ‘Regina’ –a metros del cuartel de Bomberos Voluntarios-, recordaba los pormenores de las actividades comerciales de su familia: “El negocio era esquina, pero la parte larga estaba sobre Villarino. Tenía dos grandes vidrieras y dos mostradores grandes. Era un negocio muy bien puesto. Mi papá viajaba a Buenos Aires para comprar mercadería en forma permanente. Para nosotros era una fiesta cada vez que llegaban los cajones con la mercadería. Empezar a ver qué había traído era la curiosidad. Toda esa gente que era clienta de él en el campo, venía a Chivilcoy a comprarle. Mi mamá cosía las bombachas de campo a toda la gente de allá, de aquella zona”, agregaba Elba Regina.
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