Los Abraham: del Líbano a Las Marianas
Máximo Abraham y Fatún Samad tuvieron dieciséis hijos, que continuaron con la tradición comercial de la familia en el rubro panadería.
Ale Husain Obeid, anotado en el puerto de Buenos Aires como Máximo Abraham, llegó a la Argentina el 14 de enero de 1914 procedente de Bajún, poblado cercano a Trípoli -en el norte libanés-, a bordo de un barco que partió antes que el accidentado Principesa Mafalda.
Nacido el 16 de marzo de 1900, Máximo se casó con María Josefa Sarlenga, con quien formó una numerosa familia que se completa con sus hijos Nélida, Abelardo, Mainardo, Elsa, Haydée, Delia, María Josefa, Máximo Alcides, Leonardo, Aldo José (‘Yeye’), Orlando Husain, Yamila, Roberto, Ulises Odubaldo y Zulma Nidia.
El relato de la rica historia familiar, que tuvo como escenario principal la localidad de Las Marianas (Partido de Navarro), estuvo a cargo de María Josefa Abraham.
“Mi papá llegó a América un 14 de enero de 1914 y cumplió los 14 años el 16 de marzo –puntualiza María Josefa-. Vino solito y acá lo esperaban dos hermanos de mi abuelo. Cuando llegó, mis tíos le tenían preparado el fardo con ropa para que saliera a trabajar. El contaba que dejó su equipaje a un lado, hasta que los encontrara en el puerto, y cuando lo fue a buscar no lo encontró. Se lo habían robado o equivocaron el equipaje, pero no lo encontró”.
Relata María Josefa que su padre “a los 19 años se pone de novio con mi mamá, María Josefa Sarlenga, nacida en Chacras de Lobos. Mi abuelo vivía en un puesto donde hacían chacra y ella le ayudaba. Vinieron al pueblito de Las Marianas y ahí se conocieron. Con uno de los tíos tenía más afinidad. Hablaban de negocios y progreso y pusieron una panadería en sociedad. Mi papá compró maquinaria y él le dio la casa. Empezó a trabajar en panadería. No dejó el negocio de ropa. Después compró un camión y empezó a comprar frutos del país, como cerda, lana y cuero. Seleccionaba todo en casa, se trabajaba y se mandaba todo a plaza, a Buenos Aires”, recuerda.
A diferencia de muchos otros paisanos, don Máximo regresó a su tierra tras el paso de algunos años. “Viajó al Líbano con mi mamá y el menor de mis hermanos, Ulises. Mi hermanito estuvo muy mal, nunca supimos por qué, y no quiso dejarlo aquí en la Argentina. Regresaron, vio a sus hermanos allá, después sus hermanos vinieron a visitarlos y tengo el nombre de uno: Mohamed Elgul Obeid, hijo de una hermana de mi papá”, cuenta.
“Mi abuelo era califa o sheik de las aguas territoriales; tenía un alto cargo en el Líbano. No sé con qué vecino hubo un problema con las aguas. Creo que una vez le pasó algo raro a mi papá y, para que no pasara a mayores, mi abuelo lo mandó a América con los hermanos que estaban acá”, refiere.
María Josefa evoca los tiempos en que su padre salía a vender con el fardo al hombro por poblados del oeste bonaerense. "En el pueblo Las Marianas agarraba por las vías. Salía con sus fardos y entraba donde encontraba un pueblito. Con el fardo al hombro llegaba a Henderson, en la línea del ferrocarril Belgrano. Lo hacía todo caminando”, asegura.
Dos banderas
“En la panadería y en la tienda ponía la bandera argentina y la bandera árabe, con la estrella y la media luna blanca –enfatiza-. Ahora se suplantó por el cedro. Mi hermana conserva la bandera allá, en Las Marianas. Está todavía la panadería primitiva. De esa panadería salieron panaderías para Almeyra, Navarro, Carmen de Areco y Chivilcoy. Mi hermano falleció, pero está la señora con uno de los nietos trabajando en la panadería. Es en la calle 28 al 130. Todos los negocios se llaman ‘El Porvenir’ y todos hacen un pan especial”, destaca.
La familia desembarcó en Chivilcoy para abrirse nuevos horizontes y para que sus hijos pudieran estudiar. “Las chicas de mi hermana querían estudiar y en Las Marianas no había. Tenían que viajar a Navarro o algo así. Una familia amiga de Las Marianas que estaba en Chivilcoy, les dijo que acá había escuelas y se vinieron a estudiar. Llegamos a Chivilcoy por eso. Cuando cerraron el ferrocarril, tuvimos que emigrar nosotros. Fuimos hasta Margarita, en el Chaco santafesino. Allá teníamos colegio para Walter en Calchaquí y para la nena no sé en qué otro lado y de tarde. Y nos vinimos a Chivilcoy”, explica.
Por último, afirma que “en Las Marianas no había familia que no fuera propietaria de su casa. Era un pueblo de campo donde todos los días iban tres trenes para la Capital y otros tres volvían. Cuando sacaron el ferrocarril se vino abajo”, concluye.
María Josefa Abraham está casada con Héctor Aníbal Díaz. Sus hijos son Walter y Alejandra Díaz.
Máximo Abraham y Fatún Samad tuvieron dieciséis hijos, que continuaron con la tradición comercial de la familia en el rubro panadería.
Autor: José Yapor
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José Yapor -
Macarena Polenta Obeid -